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Orriols alto

La excepción o la regla

Un palo, y de los duros. La derrota del sábado frente al Granada ha dejado al levantinismo en estado de shock, sin palabras y con pocos argumentos. El motivo, más que el resultado, es el retorno a las malas sensaciones que parecían desterradas con el cambio en el banquillo granota.

Desde la llegada de Rubi el equipo había ido creciendo futbolísticamente, jornada tras jornada, en una clara línea ascendente que en absoluto se correspondía con los resultados obtenidos. El pasado sábado no fue el caso. Los aficionados esperábamos al conjunto valiente, ambicioso, y ganador que deslumbró en Cornellà, Mestalla y El Molinón. Por contra, el Levante UD estuvo plano, sin ideas, y por momentos, indolente. La presión en despliegue, tras pérdida, la circulación de balón rápida, y el buen trato de balón, se vieron sustituidos por la inacción, la torpeza y la falta de ideas.

Un resultado no puede echar por tierra el buen trabajo que se viene realizando las últimas semanas, pero la realidad es tozuda. El Ciutat de València ha pasado de fortín inexpugnable „incluso para los grandes de la Liga„ a ser el estadio más plácido para todos los visitantes.

Por lo que se refiere a la actuación de los jugadores, resulta especialmente alarmante la aportación decreciente de Morales, cada vez menos desequilibrante y decisivo. El mister tiene el reto de recuperar su mejor versión, puesto que hasta que Cuero no demuestre lo contrario, el madrileño es el referente ofensivo del equipo.

Con el tiempo hay incógnitas que se van despejando. Es el caso de la delantera azulgrana, donde Deyverson es un jugador indispensable en el once titular, a años luz del voluntarioso Roger y del ausente Ghilas. También en la medular, con Simao y Lerma como gladiadores, a la espera del gran salto de Camarasa que todos esperamos y deseamos. Menos claro parece quién debe ser el guardián de la meta granota, un debate abierto, más tras la excelente actuación de Mariño en Copa.

Si atendemos únicamente a los números, el panorama es desalentador. En este sentido, el próximo partido en casa frente al Málaga se antoja clave para calibrar la progresión del equipo y las opciones reales de permanencia.

Este choque, que sin duda será decisivo para los objetivos del Levante, se jugará un 30 de diciembre, miércoles, laborable a las 16 horas. Un esperpento que pone de manifiesto, una vez más, cómo los intereses de los operadores televisivos están por encima de cualquier lógica y sentido común, y sin ningún tipo de sensibilidad hacia el aficionado de a pie.

Pero no nos equivoquemos, el mayor enemigo del Levante UD no son los resultados, ni los árbitros, ni Tebas. Nuestro mayor enemigo somos nosotros mismos. Las posibilidades de mantenerse en Primera División pasan, en gran medida, por creer en ellas. Bajar los brazos es un lujo que no nos podemos permitir. El margen se estrecha, pero queda tiempo. Confiemos en que lo visto el sábado fue la excepción, y no la regla. Yo confío.

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