Varias semanas después de una prometedora reacción, el Levante UD retornó ayer definitivamente a la cruda realidad. Frente a un Málaga extremadamente práctico, sufrió una derrota dramática que le hunde más en el fango. Es más colista que antes y el sábado visita, nada menos, que al Atlético de Madrid, de ahí la desolación que provocó el resultado. El equipo abandonó el césped con pitos después de haber reproducido sus viejos defectos. El balance de los últimos cinco partidos es angustioso: un punto de quince. Esta vez perdió por la mínima, y en una acción desgraciada, pero el mensaje que envió el equipo es desolador: sólo fue capaz de lanzar una vez entre los tres palos. Hundido, el equipo retoma su necesidad histórica de apelar a la épica. No olviden la frase del periodista Paco Gandia: el Levante UD está forjado en el yunque de la adversidad.

Un escalofrió recorrió la grada en la primera jugada de la tarde. Apenas 15 segundos después del pitido inicial, el lateral zurdo del Málaga Juan Carlos aprovechó un pasillo para entrar como una exhalación en el área del Levante UD. Juanfran le salió al paso y el malaguista cayó al césped antes de encarar al portero. Desde lejos pareció un penalti claro. Pero el árbitro, muy cerca de la acción, lo tuvo muy claro: Juan Carlos se había tirado al suelo sin ningún rubor. Resultó amonestado.

Superado el sobresalto, con la gente aún tomando asiento, el Málaga se confirmó rápidamente como el equipo que llevaría la iniciativa. Durante más de veinte minutos, los dos equipos acamparon en el campo del Levante UD. No transmitía buenas sensaciones el conjunto de Rubi, que apenas generó oportunidades y casi siempre estuvo por debajo de su adversario. El Málaga jugó poco, al tran-tran, pero con más tenacidad y decisión que su rival, como fustigado por su condición de colista. En busca de soluciones, Rubi echó mano de sus apuntes y tiró a Roger a la izquierda, con Ghilas de referencia ofensiva, casi en plan palomero. Pese al dominio visitante, el Levante UD no pasó apuros hasta el descanso.

El conjunto «granota» despabiló mediado el primer tiempo. Sin un juego muy elaborado, disfrutó de dos ocasiones: un remate de cabeza de David Navarro y una entrada de Rubén en el área, que terminó trastabillándose. Pero la acción de gol más clara de partido ocurrió en la otra área. Recio se revolvió entre los centrales y el remate salió fuera por los pelos.

La segunda parte comenzó con una demostración de la esterilidad ofensiva de Ghilas. Recibió la pelota en el área y se entretuvo entre los defensas hasta perder la pelota. Una muestra de sus limitaciones que Orriols lamenta profundamente. Si el Levante UD necesita algo, hoy, es un «9» eficaz. Rentable. No lo tiene. Roger, desde la banda, no entró mucho en acción. Así que el Málaga pudo estar tranquilo en lo que a la capacidad ofensiva de su rival se refiere. Todo sea dicho, el Levante UD ganó en juego a medida que avanzaron los minutos. Dio un paso adelante y tuvo cierta decisión en la victoria. Su oportunidad más clara llegó desde la larga distancia, con un zapatazo al que respondió Kameni en la parada de la tarde. El Málaga apenas replicó, mientras que Rubi refrescó al equipo con los tres cambios antes de la media hora. Entre ellos Deyverson, como atacante de urgencias.

A última hora, cuando el campo y la fatiga hacían efecto, el Málaga se fue hacia adelante. En una falta de entendimiento entre Camarasa y David Navarro, que terminó con un placaje del segundo sobre Charles, nació la acción definitiva. Al lanzamiento de la falta acudió Duda, un viejo amigo, que engañó al personal. Hizo saltar a la barrera con un golpe de vista y coló la pelota por bajo.

Lamentablemente, no hubo reacción «granota». Resignado, el equipo no tuvo fuerzas para buscar el empate. Se recreó en su propia tristeza ante una afición profundamente preocupada.