Antes de que rodara el balón, Orriols dio la bienvenida al nuevo año chino, el del mono. Sin embargo, toda la atención estaba puesta en el «Canguro», Deyverson. El brasileño, con su inconfundible manera de entender el juego, fue uno de los causantes de que la grada azulgrana se volcara con el Levante UD. El estadio, lleno con más de 22.000 espectadores, alentó el valiente juego de los de Rubi y se encendió con los cánticos de ánimo. La parroquia, acostumbrada a sufrir varapalos esta temporada, cambió el pesimismo por la comprensión y la recompensa al esfuerzo, incluso con el 0-1. La afición granota se dejó llevar por la emoción que transmitía su equipo y arrimó el hombro. Aplauso a cada acción defensiva, a cada pase, a cada remate, a cada córner... De hecho, a diferencia de lo que suele ocurrir con la visita de los dos gigantes de la Liga, la voz levantinista se impuso a la de la hinchada rival.

Culpa de ello la tuvo Deyverson, que se «pegó» con todos los futbolistas de amarillo, entre ellos su admirado Neymar. Más lo sufrió Jordi Alba, quien perdió con él todos los saltos de cabeza para desesperación de Luis Enrique.

El enfado de Rubi con Cuero

Por eso pocos entendieron el cambio de Ghilas por Deyverson. Rossi le dijo a Rubi que estaba bien y el técnico decidió quitar al 20. La pitada en la tribuna fue la respuesta del respetable. Con quien sí se enfadó Rubi fue con Cuero. El colombiano saltó al césped sin tensión, desenchufado, y el entrenador lo dejó en evidencia al abroncarle por no bajar a defender. Al final, una atronadora ovación recompensó el esfuerzo de los de Orriols, que se la jugarán el domingo en Eibar.