Hay levantinistas que piensan que todas las visitas al Madrigal van a ser como la del 23 de octubre de 2011. Algunos inclusos de pura cepa, ancestrales, insobornables. No sé si nos están fumigando a todos y nos están haciendo olvidar que esto es fútbol y que somos el Llevant. Hay levantinistas que toman el autobús (gratis) un plácido y soleado domingo de febrero, pagan su entrada (15 euros) y, tras una derrota previsible, deciden descargar su ira contra sus propios jugadores. ¿En qué nos hemos convertido, a base de exagerar términos como épico? La épica es otra cosa. Cruzar la península en un bus con calefacción para ir a Ipurua a apoyar a tu equipo no tiene nada de épico. El disgusto es razonable, pero nadie garantiza lo contrario. Y menos siendo el Llevant. Esa era nuestra grandeza. ¿Qué nos pasa?

En el Llevant se han hecho cosas mal y aquí siempre las hemos denunciado, incluso cuando la pelotita entraba y había palmeros por doquier. Sobre todo entonces. Pero€ ¿burlarse del equipo o de algunos de sus jugadores? Creo que ni Xumetra, ni Verza ni Navarro dan hoy el nivel de Primera, y usted, lector, seguro que opinará lo mismo de otros. Seguramente cada levantino haría una lista distinta. Pero, ¿burlarse de ellos? ¿Insultarlos? Es impropio. Como lo es retirarse al vestuario sin saludar a tu hinchada. Un profesional que cobra cerca de medio millón de euros al año (algunos más) jamás debe hacer algo así, aunque todos sabemos que es una reacción humana, porque no me cabe ninguna duda de que la inmensa mayoría de los jugadores que saltaron al Madrigal estaban casi tan fastidiados como nosotros por el resultado. Ahora bien, tenemos la sagrada obligación de exigirles el máximo. Sin insultos.

También Rubi, con la mejor de las intenciones y pese a su buen trabajo, se está equivocando en algunas cosas importantes: se empecinó con Ghilas como ahora lo hace con Verza, con el pretexto del balón parado. Solo se le ve para mover al equipo hacia atrás. En el aspecto táctico es difícil de justificar que el míster repita once en casa contra el Getafe, en una finalísima donde solo vale la victoria, y en el Madrigal. Dos medios que no defienden (Verza y Verdú), tres delanteros (Morales, Rossi y Deyverson) y dos laterales muy ofensivos (Lerma y Toño). El atrevido planteamiento que salió bien ante el Getafe, fue suicida ante el Villarreal, un rival superior y enrachado.

Entre enero y febrero los granota han salido derrotados del Calderón (1-0), Balaídos (4-3), el Pizjuán (3-1), Ipurua (2-0) y el Madrigal (3-0), y cayeron frente al Barça 0-2. Junto al Madrid se trata de siete de los ocho primeros clasificados. En los duelos de «su» Liga cumplieron ante Rayo (2-1), Las Palmas (3-2) y Getafe (3-0), nueve puntos vitales para seguir en la pelea. Hoy se afronta el último gran escollo de este diabólico inicio de 2016 y aunque se pierda es probable que la permanencia quede a 5 puntos, un margen razonable. Ahora no llega un camino de rosas, pero se inicia una nueva competición de once partidos ante rivales más asequibles y es imprescindible sacar siete victorias. O seis, si hoy se gana al Madrid. Tirar la toalla es fácil; abandonarnos a una dinámica de descalificaciones, tentador; pero lo único útil será llevar en volandas al equipo desde la grada. Porque pasan los futbolistas y los entrenadores, pasan presidentes y directivos, pasan los advenedizos y los de entradas regaladas€ pero nosotros quedamos, porque nosotros sostenemos al Llevant, porque nosotros somos el Llevant.