Deyverson Brum Silva Acosta (24 años, Río de Janeiro) no es un delantero especialmente fuerte, habilidoso o rápido. No es el típico goleador brasileño. Sin embargo, en el corazón del área le acompaña la magia de los cazagoles, esos que siempre están atentos al rechace, al despiste del defensa o al rebote imprevisible.
A él y su eficacia ante los tres palos se aferra el Levante UD de Rubi. El conjunto de Orriols se ha plantado a las puertas de la jornada 29 colista, con 21 puntos y con un paupérrimo balance goleador: 52 tantos en contra y 26 a favor. De ellos, nueve han sido firmados por el ariete brasileño, cuya efectividad ante la meta rival ha aparecido en ocho partidos de manera decisiva. Tanto es así que sus dianas han cimentado hasta 14 de los 21 puntos acumulados por los azulgrana. El último se fraguó el pasado domingo en Anoeta (1-1). Su pícaro testarazo a la salida de un córner, tras un mal despeje de la zaga donostiarra, bastó para que los de Orriols se llevaran un punto a Valencia. Lo mismo sucedió con su gol en el descuento ante el Eibar en la primera vuelta. En cuanto a sus goles al Villarreal, el Sporting (2), Las Palmas y el Rayo, sirvieron para colaborar o decidir la victoria granota. Sólo sus dianas ante el Celta en Balaídos, y el Real Madrid en en el Ciutat fueron estériles.
Así pues, junto al atrevimiento de José Luis Morales, los remates de Deyverson constituyen la gran esperanza del levantinismo de cara al tramo final de la temporada, en el que el Levante UD está obligado a sumar de tres en tres. Es por eso que, a día de hoy, no existe discusión sobre quién debe ser el delantero titular en el once de Rubi. El preparador, que llegó al banquillo hace justo media vuelta de campeonato, empezó confiando en Roger Martí „cedido ahora al Valladolid„, a continuación le dio una oportunidad a Deyverson, pero en pocas jornadas le cedió el testigo a Ghilas. El argelino todavía tiene el contador de goles a cero. Con un Casadesús renqueante, Deyverson aprovechó la ocasión y se reivindicó con goles cuando el técnico catalán volvió a apostar por él hace unas semanas.
Su intensidad en el juego, su hambre de gol y su constantes peleas con las defensas rivales le han valido para ganarse el cariño de un amplio sector de la grada de Orriols. No por casualidad, cuando fue sustituido en la segunda parte del partido contra el Barcelona, el público dedicó a Rubi la mayor pitada de la temporada. Nadie quería que Deyverson saliese del terreno de juego.
La «tara» de las tarjetas
Por contra, el peculiar temperamento del delantero brasileño juega, en demasiadas ocasiones, contra sus intereses y los de sus compañeros. Y es que Deyverson es el cuarto futbolista más amonestado de la competición, con un total de 11 tarjetas amarillas que le han supuesto dos expulsiones y un partido de sanción por acumulación de cartulinas. De hecho, Rubi no ha dudado en resaltar en sus comparecencias públicas que la facilidad con la que Deyverson ve amarillas es un «tara» que el entrenador trata de corregir con constantes conversaciones con el jugador, puesto que las multas económicas no surten efecto alguno. Lo cierto es que varias de las tarjetas provocadas por el goleador se deben a actitudes excéntricas (subir a la grada a saludar a su padre tras marcar un gol o simular un penalti con una tarjeta) que han irritado al banquillo granota. No obstante, también lo es que los árbitros suelen castigar a Deyverson con falta en muchos lances del juego en los que el azulgrana pugna con los rivales. De ahí que el pichichi levantinista sea, con 37 faltas cometidas, el tercer jugador de la plantilla que más faltas comete „por detrás de Toño y Simao„ y el 29.º de toda la Liga, por detrás de San José, el central del Athletic Club.
