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Héroes y villanos

El fútbol y la justicia son conceptos difíciles de casar, y más aún, de definir. Sin ser sinónimos ni antónimos, su parentesco es tan evidente como compleja es su explicación. La lógica imperante hoy día nos indica que la capacidad de proponer y de arriesgar debe de tener una recompensa en forma de victoria. Alto riesgo, alta recompensa, o por ser más castizos y directos: el que la sigue, la consigue.

Sin embargo, los silogismos nacidos del refranero suelen ser tan contundentes como imprecisos. Al fin y al cabo, la frontera entre el éxito y el fracaso la determina un único factor: el resultado. El cómo, el cuándo, y el porqué son hechos interpretativos condicionados siempre en función de la pelota, esa que dictamina héroes y villanos sin piedad alguna.

En el Levante el primero en esa lista es sin duda Diego Mariño. Frente al Deportivo volvió a ser víctima de la mala suerte, y pese a firmar „de nuevo„ una gran actuación, fue señalado por gran parte de los seguidores azulgranas como artífice de la derrota. Parece que por mucho que haga el cancerbero, nunca es suficiente.

En el polo opuesto encontramos a Giuseppe Rossi. Su aportación al juego colectivo es ínfima. Torpe a la hora de combinar, lento a la hora de recibir balones, y sin fondo para acompañar al equipo en la presión. No obstante, los destellos de calidad del italo-americano son capaces de tapar todas estas carencias, porque sus aciertos suman asistencias, goles y puntos.

La realidad es que pese a los malos augurios de algunos, el Levante llega con vida al tramo decisivo de la temporada, y con gran parte de sus males endémicos con visos de ser enmendados. Rubi ya ha seleccionado a los elegidos para pelear hasta el final, definiendo con claridad las líneas, y desterrando a aquellos jugadores que no suman.

El mayor temor de la hinchada granota es que la mejoría del equipo haya llegado demasiado tarde. Tras muchas dudas, y algunas certezas incomprensibles, el entrenador al fin ha armado un once tipo, y las incorporaciones de Medjani, Verdú y Rossi han dotado de empaque y calidad a un conjunto que hace no tanto lo intentaba todo, pero no conseguía nada.

En A Coruña se vio a un equipo sólido, con capacidad de sufrir, y ganas de luchar por mantener la categoría. El levantinismo debe de movilizarse al máximo de cara al próximo partido frente al Sporting de Gijón en casa, y el club disponer de todas las facilidades posibles para que el Ciutat de València sea un auténtico hervidero.

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