La permanencia exige más. Más que una decena de ocasiones claras falladas, que un correcalles lleno de buena intención pero vacío de fútbol y más que 11.000 espectadores en la gran final por la salvación. Hace falta algo más.

Y eso que el Levante UD saltó al terreno de juego con energía, eléctrico. La cita lo exigía. Verza y Camarasa empujaron con más fuerza que fútbol y Rossi, Morales y Deyverson aparecieron. A los cuatro minutos, Camarasa desperdició la mejor ocasión del partido. Verza bombeó al área, Medjani asistió y en el corazón del área, con el balón franco, el de Meliana envió el cuero a los nubarrones. El Sporting, de inicio muy atrás, contestó con una aproximación en la que Mariño demostró su inseguridad. Tuvo que ser Feddal, bajo palos, el que despejara una semichilena de Pablo Pérez.

En esos pocos minutos quedó dibujado el devenir del encuentro: un correcalles sin orden ni concierto. En ese escenario, el Levante UD se sintió cómodo la primera media hora. Sin jugar bien, los de Rubi encontraron fácil el área. Deyverson marró dos remates claros, a los que se sumaron una llegada de Rossi y una testarazo de Medjani al primer palo. La efectividad fue nula.

Y entonces empezó a llover. El agua cayó sobre Orriols con una fuerza que apelmazó las piernas de los futbolistas granotes y resucitó las de los asturianos. Llegaron los resbalones, los errores, los espacios, las taquicardias... El partido se transformó en una ruleta rusa en la que los de Abelardo sembraron el miedo en el Ciutat, ante una grada fría por culpa de la tormenta. Feddal y Medjani, ambos amonestados, eran incapaces de contener las contras del Sporting. Pablo Pérez, de nuevo, disparó al poste. Por una vez, el balón no rebotó en la espalda de Mariño. El Levante UD exhausto y muy nervioso, agradeció la pausa en una batalla en la que empezaba a perder pegada.

En la reanudación, una carrera de Deyverson desembocó en la falta soñada por Verza, al borde del área. Pero la lanzó Morales. Y lo hizo mal. Aún así, la segunda parte pintaba más en azulgrana. Una buena jugada de Verdú derivó en un centro a la cabeza de Rossi, algo forzado. El italoamericano no halló la portería ante el suspiro del Ciutat. Lo mismo le ocurrió al colocado disparo de Morales, menos afortunado que otros días, que lamió el palo derecho de Cuéllar. Más clara fue aún la que tuvo Rossi después. El centro de Lerma, rechazado por el meta sportinguista, cayó en sus botas. Il Bambino no mantuvo el equilibrio y desaprovechó su enésima oportunidad. No fue el día del ex de la Fiore, sustituido en la segunda parte por Cuero. Rubi decidió cambiar de filosofía y se la jugó a los balones largos para buscar la velocidad del colombiano. Un juego rudimentario y poco efectivo. El Sporting amagó un par de veces con dar el zarpazo, pero nunca se creyó capaz de ganar. Por eso no lo hizo. A quince para el final, Cuero protagonizó la carrera más productiva desde su llegada. Su centro desde la derecha acabó en un potente remate de Casadesús que fue directo a la cruceta. El partido acabó ahí, para desesperación de la parroquia levantinista, muy enfadada con el arbitraje del colegiado, que expulsó a Feddal por protestar. Hace falta más.