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Remontada

El mundo del fútbol se encuentra configurado en torno a un conjunto de leyes no escritas que codifican y ordenan las verdades inamovibles de este deporte. Uno de los elementos más recurrentes es el principio de autodestrucción, que aparece de forma cíclica en todos los equipos en los que los objetivos marcados al inicio de la temporada no se alcanzan, el cual nos indica que ante situaciones deportivas adversas, los problemas extradeportivos aumentan, reincidiendo sobre lo primero.

En el Levante este cóctel explosivo ha estado a punto de liquidar toda esperanza por la permanencia en Orriols tras la derrota del conjunto azulgrana en Sevilla y la imprudencia temeraria cometida por Simao, Deyverson y Feddal, mientras todo el levantinismo se mentalizaba para asumir con la mayor dignidad y entereza posible el regreso al abismo de la Segunda División.

Sin embargo, los constantes tropiezos de los rivales directos por la salvación han mantenido al conjunto granota con vida, hasta el punto de que una victoria el próximo jueves en Los Cármenes le situaría en una posición privilegiada y con una clara ventaja competitiva sobre sus rivales. Si las sensaciones al fin se transforman en resultados y el equipo es capaz de sumar su segundo triunfo consecutivo en Granada, la épica de la remontada impulsará al Levante hasta la última jornada en Vallecas, trasladando toda la presión sobre el resto de escuadras que tratan de evitar el descenso.

Por otra parte, el perdón pragmático por parte de la hinchada a los infractores es una señal inequívoca de la madurez y altura de miras de la masa social levantinista, puesto que esta es plenamente consciente de las consecuencias que implicaría un descenso, a nivel económico, deportivo y social.

En este tramo final de liga la confianza es el bien más codiciado, por ello el triunfo frente al Espanyol resultó tan decisivo, al certificar una línea ascendente en el juego que, hasta el momento, no estaba teniendo su equivalencia en puntos. A los más escépticos les ha pillado con el pie cambiado; la realidad es que ganando en Granada es posible. No hay utopía, la batalla es de igual a igual, y en el cuerpo a cuerpo habrá inevitablemente vencedores y vencidos. Todo apunta a una lucha encarnizada a cuatro entre Granada, Sporting, Getafe y el propio Levante.

En lo futbolístico el equipo continúa teniendo margen de mejora. La aportación menguante de Morales y Deyverson es la causante, en gran medida, de la sequía goleadora y de puntos. En este sentido, las últimas apariciones de Casadesús y Cuero invitan a la esperanza, ya que Rubi ahora dispone „al fin„ de alternativas en la parcela ofensiva, sobre una columna vertebral inamovible conformada por Mariño, Medjani, Verza, Lerma, Verdú y Rossi. Salta a la vista que los fichajes invernales han reactivado a un conjunto que, de otro modo, habría estado desahuciado hace ya muchas jornadas.

Quien no falla es la afición, que volverá a movilizarse a pesar de que, por enésima vez, el equipo jugará entre semana „lo ha hecho en prácticamente un tercio de los encuentros„. El club se ha volcado para que el equipo no viaje solo a Granada, y ahora más que nunca es el momento de mostrar nuestro compromiso con el proyecto de un Levante de Primera División. Aparquen la fe. Hagan números. Se puede.

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