No es raro encontrarse a Félix Ettien (Costa de Marfil, 1979) por Valencia, ahora que tiene más tiempo libre asegura el futbolista que castigaba el césped de la banda derecha con sus explosivas carreras. Ha ganado un poco de peso, apenas unos kilos, y luce una barba de chivo blanca que le da un aire exótico. Tiene un bar de copas en Mislata (La Piedra) y estudia para sacarle el título de entrenador, entre otras cosas. Quiere hacer las prácticas en el Levante UD. Su sonrisa de fábrica sigue intacta. Habla orgulloso de su hijo, de 14 años, que juega al fútbol en una escuela parisino, un interior zurdo que ha heredado su velocidad.

¿Cómo le va la vida?

Las cosas me van bien, estamos peleando. Lo mejor es que tengo salud. Respecto a los negocios, estamos ahí. Me monté otro bar de Copas (La Piedra, en Mislata) para poder ocuparme. Vivo entre Valencia y Francia, porque allí están mis hijos.

Muchos perdieron su pista cuando salió del Levante UD.

Estuve en Grecia haciendo una prueba , pero por unos problemas con los dirigentes al final no salió. Hasta que no me adelantasen el dinero no quería y me volví a Valencia. Después jugué en el Alzira unos meses y tenía muchas llamadas para jugar en otros equipos, pero entonces había graves problemas económicos en el fútbol. Fíjate que me fui a Rumania a un equipo recién ascendido que tampoco pagaba.

Ettien es el futbolista que más partidos jugó con el Levante UD. ¿Qué significa para usted?

Fueron años de trabajo, de emociones muy buenas y de trato cariñoso. El Levante UD me lo dio todo y me lo quitó todo.

¿Le guarda rencor a Pedro Villarroel?

Para nada. Me lo he encontrado un par de veces por la calle y hablamos muy cordialmente. Guardarle rencor a la gente no sirve para nada. Cuando uno no cobra, como nos pasó a nosotros, mira hacia arriba, es normal. Pero el pasado es pasado y la vida sigue. Al final el Levante UD se portó muy bien. Me tratan muy bien y con Quico Catalán la relación es fantástica.

¿Cómo va su escuela de fútbol (Costa de Marfil)?

Vamos tirando, intento hacer cosas y ahora nos mantenemos. Se puede decir que sobrevive.

¿Con qué exjugadores mantiene relación?

Tenemos un grupo de Whatsapp con jugadores de la temporada del ascenso (2004-05). Nos reímos mucho, porque hay mucho cachondeo.

¿Le paran por la calle?

Sí, la gente me saluda, me pregunta cómo estoy y me dicen que me echan de menos. «Pero yo no puedo jugar más», les digo (se ríe a carcajadas).

Jesús Gil quiso ficharle para el Atlético y el Inter también llamó a su puerta. ¿Hubiese rendido en equipos de élite?

Hombre, la verdad es que yo jugaba mejor en Primera División, con espacios. Para mí era más sencillo que en Segunda.

¿Ve al Levante UD capacitado para ganar hoy en Granada y salvarse?

El equipo es como un torero que hace una buena faena pero no sabe rematar al toro. No sirve de nada jugar bien si no ganan. Eso es lo que le falta al equipo. Yo creo que hoy harán otra buena faena, ¡pero que la rematen! El Levante UD necesita seguir en Primera, porque cuando pruebas lo bueno lo quieres para siempre.

Tuvo muchos entrenadores. ¿Quién le enseñó más a pulirse?

Todos sabían que tenía mucho potencial y cada uno me ayudó. El que más caña me daba era el preparador físico (José Gómez), pues era explosivo pero me faltaba fondo. Pero mucho de lo que aprendí a jugar fue por mí mismo. Copiaba los pases de Rivera y de Sandro, los regates de Jofre y hasta la cola de vaca de Romario.