El césped, siempre sincero, pone a cada uno en su sitio. Y anoche, sobre el de Los Cármenes de Granada, el Levante UD se ganó a pulso el descenso. El equipo azulgrana, con una afición entregada en las gradas, fue una caricatura en los primeros 45 minutos, en los que ofreció una paupérrima imagen que le condena al pozo de la Segunda salvo milagro inesperado en las próximas semanas. La tímida reacción en la reanudación, con 3-0 en el marcador, fue inútil y evidenció que el ciclo deportivo triunfal de los últimos años se acerca a su final.

Atenazados desde el primer minuto, a los futbolistas del Levante UD les costó horrores sobrepasar la línea divisoria con el balón controlado. Aunque el Granada no era capaz de trenzar tres pases consecutivos debido a la presión ambiental, los de Rubi optaron por no perder la posición, atrincherarse en su campo y esperar un buen momento para lanzar el contragolpe. Nadie se atrevía a jugársela en una zona comprometida. Mucho miedo. Mucha tensión. Muchos errores. Rossi y Deyverson nunca llegaron a despertar. Desesperante. Los locales, por contra, localizaron al cuarto de hora de juego el punto débil de la zaga azulgrana. Orban, muy mal toda la noche, sufrió lo inenarrable para tapar a Success, que lo buscó una y otra vez hasta encontrar petróleo.

Pasados los primeros veinte minutos, aunque la lata seguía sin abrirse, el Granada era el equipo que más fuerte tiraba de la anilla... hasta que se rompió. Un balón dividido en el centro del campo acabó en poder de Rubén Pérez. El sevillano observó que Orban había perdido el sitio, por enésima vez, y se inventó un pase bombeado al espacio. Success, libre de marcaje, corrió como un gamo y aprovechó el hueco. Dejó atrás a Navarro, también descolocado, y encaró a Mariño para resolver y desatar la locura en el Nuevo Los Cármenes. El 1-0 fue una losa que empequeñeció a los azulgrana hasta reducirlos a la mínima expresión. El Granada, con el viento a favor, buscó el segundo. Lo encontró.

Pasada la media hora, un saque de esquina de los de José González derivó en un remate de El Arabi. Verza, que no llegó a tiempo para disputar el salto, se revolvió y sacó el brazo para protegerse de manera inocente. Otro error infantil. El balón fue a la mano y el colegiado pitó penalti. Muy probablemente justo. El Arabi, desde los once metros, sentenció.

Pero la tragedia no acabó ahí. Unos minutos antes del descanso, Lerma se resbaló en la frontal y dejó el balón en bandeja a Success, que centró para que Rochina, desde dentro del área, anotara el tercero a placer y rubricara el fin de ciclo del Levante UD.

A la desesperada, Rubi dio entrada a Cuero y sentó a Rossi. El Levante UD dio un inútil paso al frente y se desorganizó en busca de una remontada imposible. Deyverson tuvo hasta tres ocasiones para recortar distancias en el electrónico pero no acertó. Rubén salió al campo y a diez minutos del final dejó un destello de calidad con un golazo que maquillaba el encuentro pero no rebajaba el dolor. No obstante, el Granada se tropezó con una mano de Orban, otra vez tonta, y El Arabi anotó el cuarto y luego el quinto. Simao, desquiciado, fue expulsado.