El descenso del Levante UD a Segunda División, además del perjuicio deportivo, tiene sus daños colaterales. Pasará factura a la economía de la ciudad, especialmente a la zona del barrio de Orriols, donde los comercios son más sensibles a la capacidad del club «granota» para movilizar a aficionados, locales y visitantes. También tiene sus efectos sociales. La parroquia «granota» debe asumir, otra vez, su nueva condición. Establecerse nuevos retos y asumir su realidad.

No hay ningún estudio conocido sobre el impacto económico de los ascensos y descensos de categoría del Levante UD sobre la Valencia, pero sí existen referencias muy a tener en cuenta. Hay un buen número de equipos históricos del fútbol español que tienen esos datos sobre la mesa. La Cámara de Comercio de Alacant, sin ir más lejos, calculó en su día los impactos financieros de los ascensos del Hércules y el Elche a Primera División. Se estimaron en 25 y 23 millones, respectivamente. Las cifras, en base a estudios realizados por clubes de diferentes ciudades, recoge y analiza el efecto directo de un ascenso a Primera: estimación de aficionados y profesionales que se mueven en la máxima categoría, del gasto para los asistentes y profesionales foráneos y del gasto de asistentes locales). También mide el efecto mediático que genera un equipo en la máxima categoría nacional.

Entre todos los estudios elaborados por Real Murcia (2006), Real Zaragoza (2009), Hércules CF (2010), Villarreal CF (2013), Girona CF (2013) y Elche CF (2013), destaca el aumento de visitantes foráneos a sus respectivas ciudades en Primera División, un detalle que también ha afectado al Levante UD en los últimos seis años. Es evidente que sólo con las visitas del Real Madrid, Barcelona y Atlético de Madrid, el impacto es evidente el mismo día del partido, incluso el anterior. La presencia de grandes equipos tiene un efecto llamada de aficionados al fútbol en general. Más allá de los hinchas que viajan a ver a su equipo, simpatizantes de clubes con peso social que viven cerca de Valencia aprovechan para visitar la ciudad. El Sevilla o el Athletic Club, por ejemplo, tienen más tirón que los habituales conjuntos de Segunda. Lo mismo ocurre el día del derbi ante el Valencia, un día especialmente rentable para los comercios del barrio. Los locales del centro comercial Arena, anexo al estadio Ciutat de València, lo saben muy bien. También el resto de comercios de hostelería de la zona. «Para nosotros el descenso tiene un efecto catastrófico. Llevamos 6 años y lo notamos cuando el equipo subió a Primera. Ahora vendrán muchos menos», explica la responsable del local Cien Montaditos, con una ubicación privilegiada. Es el local del Centro Comercial Arena más cercano al estadio, donde las tapas y las cervezas se sirven a porrillo los días de partido. La opinión es similar en los que regentan la pizzería Il Vulcano, en la Avenida Alfahuir: «Nos va a fastidiar bastante. Esta mañana lo hablaba con el cocinero: no es lo mismo que venga el Barcelona o el Atlético a que lo haga el Córdoba o el Llagostera».

El efecto sociológico

En el ámbito sociológico, el impacto es evidente. Para una afición que se ha acostumbrado a vivir en la élite, que ha llegado a ver a su equipo en Europa y en el liderato de la Liga, el revés es fuerte. «El descenso produce desánimo en la afición, que en circustancias normales acudirá menos al campo. Lógicamente, también frecuentarán menos Orriols los aficionados visitantes. Es un efecto en cadena», explica el sociólogo Ramón Llopis.

«A mí, sin embargo, me gusta mucho más hablar de los efectos que tiene a nivel social. El club deja de tener presencia en los medios de comunicación y eso afecta al levantinismo de manera especial», añade Ramon Llopis. «A nivel individual, el seguidor del Levante UD debe reajustarse a la nueva realidad. Se tiene que replantear el horizonte», asegura el sociólogo. Hay tiempo para asimilarlo y volver al que en su día fue el hábitat natural del Levante UD.