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Bombeja Agustinet

Volver a empezar

Da vergüenza ajena escuchar a Rubi mendigar su continuidad en el Llevant, tras ser el principal culpable del descenso y haber dilapidado las posibilidades de la plantilla más cara de la historia del club.

No hubo arrebato de humildad para reconocer el fracaso y anunciar su marcha. Sabe que ha perdido su escaso caché y su gran oportunidad. Y se resiste. Juan Ignacio Martínez, que llevó al Llevant a sus cotas más altas, también aterrizó en Orriols hambriento de toque. Pero analizó la plantilla y exprimió su potencial. Tenía sus excentricidades (sacar el balón jugado, la cerveza con hielo...) pero se adaptó a la realidad. Y triunfó.

Rubi, como un maldito flautista de Hamelín, nos ha llevado al abismo, fiel a sus ideas, como si Verza (dos descensos consecutivos) fuese Xavi y Verdú, Iniesta. E insiste en seguir. Veremos si Quico corta de raíz estas y otras pretensiones, como la de Juanfran, el hombre que sabía demasiado.

El Llevant no necesita vender a ningún futbolista para hacer caja, sino volver a Primera. Y para ello, recuperar la identidad y cortar de raíz toda frivolidad de barbería hipster, las correrías nocturnas y el «bufar en caldo gelat».

Si están por la labor, deberían continuar, aunque lleguen ofertas mareantes por algunos: Camarasa, Lerma, Morales, Deyverson, Mariño, Iván, Toño, Cuero y Rubén; habría que dar la alternativa a unos cuantos canteranos; repescar a Roger y Jason, y traer de vuelta, si es posible, a Rodas, alguien capaz de poner firme a quien se tercie, liderar el equipo y exigir respeto a este escudo.

Hay que planificar el ascenso, pero también crear una base sólida para el futuro y recuperar valores que devuelvan la estabilidad al club y sobre el césped. No hace falta vender, sino invertir en el retorno a Primera, una apuesta que tiene algo de todo o nada, pues nunca habrá tanto presupuesto para conseguirlo. No es fácil ni mucho menos. Que le pregunten a Zaragoza, Valladolid, Osasuna, Mallorca, Elche, Hércules o Castellón. De todo esto se hablará largo y tendido hoy en Orriols, durante el partido más intrascedente desde aquel Madrid-Llevant (5-2) de 2007-08, con idéntico sabor a final de ciclo y a volver a empezar.

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