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No va a ser nada fácil

La anterior vez que el Llevant descendió a Segunda, en 2008, tardó dos años en volver a Primera. Aquello fue la gesta del segle, un milagro inesperado. En 2005, el regreso fue inmediato, un ascenso a golpe de talonario, financiado con la venta, en plena burbuja inmobiliaria, de los terrenos recalificados del actual centro comercial Arena, con las consecuencias que todos conocemos. El descenso más lejano en el tiempo, el de 1965, representó una catástrofe. El club que, desde 1928 en que se inició la Liga, había tardado 35 años en llegar a la tierra prometida, vio desvanecerse su sueño en un suspiro. Y a ello siguieron 39 largas temporadas, otros tantos veranos de sueños imposibles y unos cuantos amagos de desaparición.

El ascenso de 2010 inició el periodo más brillante de la historia granota. Además de felicidad, estos años nos han servido para constatar algunas tristes realidades. La más decepcionante de todas es que el levantinismo no posee un ADN demasiado distinto al del vecino, a pesar de la superioridad moral que presuponíamos. Somos igual de valencianos. Para lo bueno y para lo malo. Aun no somos nadie ni hemos hecho nada y nos entregamos a la crispación, exigimos la luna y olvidamos quiénes somos, de dónde venimos y qué circustancias nos envuelven.

Verán: somos el Llevant UD, un club nacido en 1909 que en 1926 jugó su primer partido de competición estatal, que hasta el 63 no estuvo Primera, que posteriormente vagó 39 años por las ciénagas de nuestro fútbol y que celebró victorias como la que le permitió no descender a Preferente en la última jornada. Nuestra deuda está pendiente de saldar, pese al proceso de ley concursal y una generosa quita. Nuestro contexto es una Liga cuyo mandamás no nos perdona que se dijera que no a Sarver y un estamento arbitral que siempre ríe las gracias de los que detentan el poder; es una competición en la que docenas de clubs históricos domiciliados en grandes ciudades (sin competencia, no como nosotros) siguen anclados en 2ª, 2ª B o 3ª, sin salir del pozo desde hace años, o que, en el peor de los casos, han desaparecido.

No, no va a ser nada fácil volver a Primera. Esto es fútbol, con sus condicionantes externos „la fortuna, los arbitrajes, las lesiones, los arreglos, las apuestas, la vanidad y un montón de actores que pocas vez se acompasan para ir todos a una por el bien de un club„. Habrá que tener paciencia y templanza y estar con el equipo a muerte. Quien crea que vamos a subir sin despeinarnos, casi mejor que no se saque el pase. Seamos sensatos para volver a intentar ser grandes.

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