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Bombeja agustinet

Junio 2017 y el espíritu de Xerez

La temporada 2003-04 -y su guinda, el ascenso de Xerez- representó para el levantinismo el acceso a la tierra prometida, el retorno al paraíso perdido, la miel en los labios de aquellas dos temporadas en Primera (63-64 y 64-65) que supieron a cuanto apenas. Y sin embargo sirvieron para que la parroquia granota alimentara la esperanza de reverdecer laureles durante cuatro décadas, consciente de que la trayectoria del decano valenciano debía continuar, de forma insoslayable, en la elite de nuestro fútbol.

Siempre merece la pena insistir en el contexto de aquel éxtasis colectivo que se desató en Chapín para comprenderlo en su plenitud. El Llevant, a punto de cumplir un siglo de historia, apenas tenía el sabor de Primera que se desprendía, vagamente, desde la grada, cuando los aficionados más veteranos se relamían con aquel recuerdo recitado de carrerilla: Rodri-Céspedes-Pedreño-Calpe-Camarasa-Castelló-Vall-Currucale-Wanderley-Domínguez-Serafín. Durante las cuatro décadas que duró la letanía el club llegó a alcanzar sus horas más bajas, cuando estuvo en un tris de descender a Regional Preferente o al salvarse miraculosamente de la desaparición. Pero el anhelo del regreso se mantuvo vivo entre la parroquia granota, con una fe inquebrantable.

Ya en el siglo XXI Pedro Villarroel consiguió, al fin, diseñar un proyecto de éxito. Con los años se demostró que el riesgo financiero de esos años fue irresponsable y sumió a la entidad en una de las peores crisis de su historia.

Sin embargo el tiempo desvanece el recuerdo de tanto desmán y perviven las sensaciones de felicidad que tantos levantinos experimentaron con la vaselina de Reggi y el penalti de Rivera en la campiña gaditana, con el esprint exultante de Manolo Preciado tras el pitido final y con los pelos como escarpias que se erizaron en los brazos en alto de decenas de miles de blaugranes valencianos. Hubo otros ascensos tras Xerez: Lleida, con un fútbol gris, una inversión desmedida y prácticamente por cojones, y la inverosímil gesta del segle de 2009-10; pero ninguno se cocinó con la convicción y la determinación de aquél andaluz, ni tampoco con aquella inversión. Quico Catalán y Tito tienen a punto el proyecto más ambicioso desde aquel 2003-04, fraguado desde la íntima convicción (no sería prudente anunciarla a bombo y platillo) de que el ascenso, el retorno, es, por muchos motivos, una emergencia histórica, el único objetivo. A la espera de resolver el futuro de Simao y Traver y de anunciar la incorporación del central montenegrino Saveljich está cerrada la plantilla que a principios de junio de 2017 deber poner al Llevant UD, de nuevo, en el lugar que les corresponde.

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