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Bombeja agustinet

Estreno y desatino estético en Orriols

Seré el primero en decirlo: la nueva piel de las gradas de Orriols es un desatino estético. El Nou Estadi, concebido por el arquitecto Juan José Estellés, tiene una visión del fútbol prodigiosa desde cualquier ángulo. Su diseño fue pura modernidad cuando se inauguró en 1969 y el concepto se ha valorado más y más con los años.

Por eso chirría la piel que ahora lo recubre; la anterior encajaba bastante mejor con el aspecto vintage original. Esto no significa que haya que sacrificar la comodidad en aras de la estética. Nada de eso y, de hecho, celebro y aplaudo la iniciativa del club de reforzar y mejorar la estructura de las gradas, impermeabilizarlas e invertir en hacer más confortable el hogar del levantinismo. Chapeau! Solo digo que la solución estética es un desatino.

Los degradados -pese a que Mestalla y algunos otros los hayan puesto de moda- no son para las gradas de fútbol. Son extraordinarios en una puesta de sol sobre la Serra d'Espadà o en el azul del cielo «a boqueta nit» frente el mar de Valencia, pero de ninguna manera en un estadio donde el píxel es del tamaño de un butaca. Para más inri, el azul rebaja el grana a la mínima expresión, desaparece aquello de «les barres blau i grana del teu més clàssic jersei» y se abusa del blanco nuclear, que debiera ser para los dorsales y gracias, en detrimento del amarillo clásico. En todo caso, a la tipografía le hubiese venido muy bien una sombra, como en Anflield. Y lo peor es la granota, un atractivo símbolo para web, aplicaciones y merchandising que ha quedado como un pegote sobre la grada Alboraya: el «pixelado» es excesivo para detalles y curvas. Su diseño, además, y el del estadio de Estellés son agua y aceite. Mucho más acertado estuvo el Llevant de Muñiz en Soria. Intenso y disciplinado, fue superior al rival y permitió intuir un amplio margen de mejora en circulación del balón y capacidad ofensiva. La defensa se mostró imperial, con el apoyo del zapador Insa; los laterales, intrépidos en ataque y bien cubiertos por los interiores. Destacaría también la lucha denodada de Roger Martí, la definición de Jason y la inteligencia de Espinosa, que con un destello de calidad desatascó el marcador.

Se percibió también fluidez des del banco para dar instrucciones, marcar el tempo y hacer los cambios, correctos y cuando era preciso. El Llevant se mostró como un equipo campeón, fajado, con las ideas claras, poderoso en su humildad, consciente de sus virtudes y paciente para sacarles rendimiento. Una escuadra, en definitiva, capaz de frustrar las ambiciones del rival que se tercie.

Es obvio que la ilusión está de vuelta. Solo había que ver la grada de Los Pajaritos el domingo pasado, teñida de blaugrana; los 13.000 abonados alcanzados esta semana (que serán muchos más), o el viaje organizado a Tarragona. Desde el utillero al delantero centro, todos están como locos por estrenarse en casa y ofrecer a la afición una victoria que permita asomarse a la cabeza de la tabla.

En este clima llega el Alcorcón a Valencia, un tanto acongojado. Tito y Quico han confeccionado una plantilla plagada de talento y ambición que transmite la sensación de que el Llevant sigue siendo de 1ª, circustancialmente en 2ª.

Con buen fútbol y resultados, la hinchada granota será la piel que tape, con su masiva presencia en las gradas, los desatinos estéticos y rescate el cromatismo blaugrana de la bombonera de Orriols.

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