En la grada. La nueva Liga Iberdrola, la mejor y más competida desde que me calzo las botas durante ya 14 temporadas, acaba de empezar, y, por segundo año en mi vida, me toca empezar la liga desde fuera, en el lugar donde seguramente peor lo pasa una jugadora. Sí, ese lugar en el que por más complicado que se ponga el partido, sientes que nada puedes hacer para ayudar a las compañeras. Ni estar dentro del terreno de juego para dar un abrazo o una palmadita de ánimo en la espalda, ni tan siquiera desde el banquillo para dar un grito de aliento.

No sé si será casualidad pero las dos veces ha sido contra el mismo rival; la Real Sociedad. La primera, hace dos temporadas. Venía de jugar cuatro años en Estados Unidos, considerada la mejor liga de fútbol femenino del mundo. Los documentos que necesitaba el Levante UD para estar inscrita no llegaron a tiempo, por lo que me perdí el primer partido. Pero eso no me impidió quedar como pichichi ese mismo año. Ahora es por lesión. Hace ya siete meses, fue en el segundo partido de la segunda vuelta en una jugada al final del partido contra el FC Barcelona en la que quise ir a tapar el despeje de balón de la defensa. Al apoyar la pierna en el suelo, sentí cómo se desmontaba por dentro por completo cada piececita que forma la rodilla. Supe que era una lesión grave, pero no imaginaba que tanto. Lesión del ligamento cruzado anterior, menisco interno y lesión condral de 15mm de la pierna derecha.

Esa sensación no se la recomiendo a nadie, pero sí mis ganas de luchar y sacarlo adelante, a todos y cada uno de vosotros. Tengo un carácter competitivo, comprometido, persistente, luchador y, desde ese mismo instante, supe que comenzaba una cuenta atrás para volver a pisar el verde de nuevo. No iba a permitir que una lesión así pudiera conmigo. Además yo soy de Teruel, y tenemos la fama de ser cabezones. Por supuesto que no iba a ser menos. Cuando se nos mete algo en la cabeza, vamos a por ello hasta conseguirlo.

Y mi objetivo a día de hoy es volver a sentirme futbolista como llevo siéndolo desde que empecé con 5 años a golpear el balón, queriendo ser como mi padre, el ejemplo que siempre seguí. Y quién sabe si quedar otra vez pichichi.