Desde que empecé a jugar con niños, siendo la única niña que lo hacía, supe que querría dedicarme a ello; ¡Ser jugadora de futbol profesional! No sabía si lo conseguiría o no, pero si que trabajaría para lograrlo. Cada día al terminar la escuela cogía mi «otra mochila» con la equipación de entrenar, espinilleras y botas de fútbol y me dirigía al campo, donde esperaban mis entrenadores y compañeros. Llegaba a casa tarde, cansada, con heridas en las piernas, pero feliz.

Así año tras año, hasta que la ley no me permitió jugar más con chicos. Empecé a jugar con chicas en el FC Barcelona. Ese primer año me fue mejor de lo esperado, tanto que la llamada de la Selección Española no tardó en llegar. Empecé a acudir a entrenamientos con la sub17, más tarde disputamos ya competiciones oficiales con la sub19. Mi debut no podía haber salido mejor. Marqué un hatt-trick ante Dinamarca, ganando 4-1. Aun era muy joven, y ese fue el principal motivo que me llevó a desestimar la oferta de dos becas en universidades de Estados Unidos.

En 2007 llegó de nuevo una oferta imposible de rechazar. Esta vez por parte de un club de la «Women´s Professional Soccer League», primera división estadounidense. Había muchas cosas que valorar. Era salir de mi zona de confort, dejar a mi familia, compaginar la carrera universitaria, abandonar el RCD Espanyol, club en el que militaba y en el cual estaba realmente feliz, etc. Pero ir a la mejor liga del mundo, en la que se encontraban las mejores jugadoras, era un sueño. En ese país eran profesionales, las admiraban como auténticas estrellas. Pasaba lo que no pasaba en España; había más niñas que niños jugando a fútbol. Ese era el país al que había que ir si una quería sentir lo que era ser profesional.

Junto con mi familia tomé la decisión, la comuniqué al club y también a los seleccionadores. Estaba en la Selección Española Absoluta y para mi ese fue otro sueño hecho realidad que no quería dejar escapar. Una vez todo decidido, y a punto de empezar a preparar las maletas para cruzar el charco, en noviembre de 2007 nos desplazamos a Londres para jugar contra Inglaterra. Aterrizamos, nos dirigimos al hotel a dejar todo el material y de ahí al campo de entrenamiento. En una jugada fortuita me rompí gravemente la rodilla. ¿Logré finalmente el sueño de ser jugadora profesional? Os lo contaré la semana que viene.