El Levante UD se relamía con la cuarta victoria consecutiva cuando un cabezazo de Quique González, inexplicablemente solo en el área pequeña a un minuto del tiempo reglamentado, amargó la trepidante remontada azulgrana en el Juegos del Mediterráneo. El equipo de Muñiz, que ayer ofreció dos caras muy distintas, se quedó con la miel en los labios y no pudo llevarse los tres puntos ante un Almería que sigue sin levantar cabeza en la tabla y es penúltimo. Aún así, el empate, trabajado y sufrido, impulsa a los de Orriols hasta los 20 puntos, tres más que el Lugo, el segundo clasificado.

Las tablas, a pesar del agrio sabor que dejan para el levantinismo, sería un resultado justo si esto del fútbol se midiese en valoraciones globales. Y es que el Levante UD fraguó una de sus peores primeras partes de la temporada. Apático, sin mordiente, se dejó intimidar por la agresividad y la dureza del Almería y no supo encontrar el camino hacia la meta rival hasta el descanso. El conjunto entrenado por Soriano, necesitado de puntos, dejó la iniciativa del juego al los valencianos, ayer vestidos con la senyera. Con Verza en la medular „titular en lugar de Insa„ los granotes pecaron de lentitud e inocencia. El tridente de ataque apenas se surtió de balones. Al cuarto de hora, Abraham Minero despegó de manera instintiva el brazo dentro del área con una pelota en juego: penalti claro. Quique adelantó a los locales.

La identidad del Levante UD de otros partidos, rocoso y sólido, se esfumaba. De hecho, Quique pudo marcar de nuevo con un buen remate de cabeza y sólo Raúl con una parada felina evitó el segundo del Almería. Poco después, Iago disparaba a la madera „Raúl tocó el cuero lo justo„ tras dos taconazos dentro del área de Fidel y Quique.

Muñiz no quiso esperar. El asturiano le dio una vuelta de tuerca al equipo en el descanso. Fue valiente y la jugada le salió bien. Entró Montañés por Espinosa „desaparecido en el primer acto„. Con el castellonense en la banda izquierda, Morales se convirtió en un segunda punta imprevisible, liberado del trabajo defensivo. Su total libertad de movimientos descolocó a la defensa rojiblanca.

En el 46, el propio Morales asistió a Roger tras una rápida transición ofensiva. Con temple, el «pistolero» se estrenó como goleador fuera del Ciutat gracias a un tiro cruzado. El tanto granota cayó a plomo sobre los futbolistas del Almería, nerviosos en exceso. Empezó entonces una fase de dominio levantinista casi absoluto, en el que el balón no dejaba de rondar la portería de Casto y la zaga andaluza no era capaz de recomponerse. Postigo se disfrazó de Laudrup y se inventó un pase con el balón picado por encima de la defensa rival. Roger, atento al desmarque, lo controló en velocidad, condujo hasta la línea de fondo y trazó un pase de la muerte que Jason remachó a la red. Sólo habían pasado diez minutos de la reanudación y el Levante UD había dado la vuelta al marcador, con un contrincante que parecía pedir clemencia.

Después del segundo gol levantinista, Iván López se fue al banquillo. El joven lateral no estuvo a la altura de lo esperado, se cargó pronto con una amarilla y se jugó al segunda de manera inconsciente. Muñiz apostó por cambiarle y dio entrada a Róber como lateral. Todo eso mientras Morales perdonaba el tercero y quizá la sentencia. Él, Montañés, Roger y Jason dibujaron jugadas de ataque peligrosas, pero sin concretar.

Eso dio vida al Almería, que creció con la entrada de Pozo. A la desesperada, Soriano envió arriba a los suyos. Verza y Campaña se vieron superados a la hora de frenas las embestidas almerienses y tampoco fueron capaces de marcar un ritmo de partido bajo con el balón controlado. Así pues, el partido enloqueció.

Raúl Fernández, algo fallón en sus salidas de la portería, dejó un balón muerto en el área que derivó en un remate de Quique a boca de gol. El guardameta vasco corrigió su error con una intervención sobre la línea de gol que desvió el balón al palo.

Fue el primer síntoma de que el partido no estaba ganado para el Levante UD. La sensación que transmitía el encuentro es que el líder, tan sólido y seguro, no iba a dejar que el encuentro se le escapase en el tramo final. Sin embargo, el Almería le puso fe y apretó el acelerador. Se la jugó al todo o nada y tuvo premio. En un balón bombeado mal despejado por Chema, el esférico fue centrado por Iago al corazón del área pequeña. Allí emergió Quique, el gran protagonista de todas las acciones de la delantera del Almería, para anotar el empate definitivo a sólo un minuto del 90, para júbilo del Juegos.

El empate era bueno para los dos, aunque también sabía a poco en ambos bandos. En los cinco minutos de prolongación el juego se trabó, pero pudo caer un tercer gol de cualquier lado. El Levante UD terminó el partido con un saque de esquina a su favor, pero la diana se le resistió.

La igualada, algo amarga, consolida a los de Muñiz como líderes tras una jornada en la que ninguno de los seis equipos de la zona alta logró la victoria, por lo que las distancias se mantienen una semana más.