¿Cuánto cobra?
Fíjate, hace 2 años estuve a punto de dejármelo porque el club me obligó a cobrar. Yo no quería. Siempre lo hice por amor al arte y al club. Pero ahora he de firmar un contrato cada día de partido por una cantidad simbólica. Pero yo no quería, jamás.
Siendo independiente, como dice, imagino que elegiría usted la música...
Sí. Yo compré un discman y los cds de mi dinero para que sonara mejor. Luego, en la época de Toni Blasco, me dijeron que comprara yo un reproductor de CD y que pidiese la factura. Ahora es una lista de Spotify. La canción que es mía es Frog Overture (obertura granota), cuando el equipo sale al campo. La compuso un colega, Miguel Ángel Orero, y bajo mi supervisión hicimos el tema. Yo quería un tema original para cuando salieran las jugadores.
¿Le inquieta algo del levantinismo?
Ahora estoy preocupado por el futuro de la Fundación. Somo la única SAD con el accionariado en poder de una Fundación y tenemos la oportunidad de que pueda representar a la masa social, ser un club democrático. Somos unos privilegiados y debemos aprovecharlo. El club no es propiedad de nadie, es de todos. Quico (Catalán) ha hecho una gestión de chapó, pero fue nombrado para un proceso concursal. El Levante es propiedad de todos y ha de quedar claro a la hora de entrar en los despachos.
El concepto «club democratizado» suena a cuento chino. Es usted un romántico.
Es lo que significa nuestro ideario «Levante UD 1909». No quisimos que entrase Sarver. Yo estaba en contra, aunque no me gustó como se llevó el proceso. El único que tuvo coherencia fue Tomás Pérez al dejar el Consejo. El fútbol romántico desaparece. Nosotros somos un reducto. Más allá de si la pelota entra o no, el levantinismo razona y se preocupa por su identidad. Nuestros hijos han vivido otras cosas, pero algo les quedará. Para ser del Levante en los 80 y 90 uno ha de ser reaccionario, rebelde, inconformista. Eso determina nuestro carácter, nuestra idiosincrasia.
