La reforma de los estatutos de la Fundación Cent Anys -aprobada el pasado día 15- abre un nuevo escenario en el levantinismo. Ha sido un proceso largo, farragoso, envuelto en un clima de guerra fría provocado por la traumática negativa a Robert Sarver, y por ello, marcado desde el primer día por las luchas intestinas de poder. Una tensión palpable en cada reunión entre los partidarios de la reforma, y los abogados del inmovilismo que han empleado cada resorte dialéctico y tecnicismo legal para tratar de frenar lo que era un clamor entre la masa social granota: que los accionistas pudieran tener voz y voto en la elección del nuevo Patronato, para así quebrar el nocivo círculo endogámico entre club y fundación, en pro de una mayor -y sana- independencia.
En este sentido, la acertada decisión del consejo de permitir una elección abierta en la próxima junta general deja prácticamente claras las reglas de juego, a excepción de un punto; el sistema de votación. Lo razonable, si se desea obtener la mayor pluralidad, es que exista un voto mayoritario limitado, pudiendo únicamente señalar un máximo de dos candidatos por cada uno de los tres tramos que se han fijado en función del número de acciones ostentadas, eludiendo de este modo cualquier posibilidad de «rodillo» de la mayoría.
Formalmente, al Levante le corresponde designar a seis patronos, por lo que no parecería procedente que se pudiera votar a un número mayor de los legalmente elegibles. Pero existe otro argumento de peso; el de la representación de las minorías, un elemento clave en todo régimen de votaciones que se precie. Que los 12 patronos representantes de los accionistas a elegir -sobre un total 23- vayan a emanar del resultado de la próxima junta, es sin duda motivo más que suficiente para que el accionariado se movilice, y acuda en masa a la convocatoria del próximo día 19 de diciembre. Se trata de una ocasión histórica, y de una decisión de una enorme trascendencia, dado que el mandato del nuevo patronato superará al del actual Consejo presidido por Quico Catalán. Es por ello que los levantinistas deben conocer cuanto antes de forma pública quiénes son los candidatos, qué puede aportar cada uno al proyecto de la Fundación, y cuál es el sistema de votación, cuyo resultado final definirá el tablero de juego en la esfera social granota durante los próximos años.
