Aunque López Muñiz haya querido restarle importancia en cada una de sus comparecencias públicas, en el vestuario del Levante UD había muchas ganas de que José Luis Morales rompiese su maleficio con el gol esta temporada. Al madrileño le ha costado nueve meses, un ansiado parto después de su último tanto, contra el Málaga, durante el partido en el que se consumó el descenso (2 de mayo de 2016). Desde entonces, el futbolista madrileño no había sido capaz de marcar y eso se dejaba notar, para mal, en su juego.

De ahí que el gol del domingo pasado ante el Nàstic, celebrado con rabia por Morales, haya liberado al atacante azulgrana de la pesada carga que colgaba de sus espaldas desde el inicio del campeonato. Y es que Morales, una vez se acordó con la dirección deportiva que continuaría este año en Orriols, se impuso la obligación de ser una pieza clave en el equipo para lograr el ascenso. El cuerpo técnico le insistió, desde el principio, en que no era necesaria tanta autoexigencia, pero Morales se puso el listón alto, muy alto, después de una notable campaña en Primera.

De esta manera, Muñiz apostó por Morales desde la primera jornada. El asturiano considera que es jugador con mucha velocidad y capacidad de desequilibrio, lo que puede decantar muchos partidos en Segunda. Así, pese a que su inicio de curso fue irregular, la buena marcha del equipo le ayudó a mantenerse en el once inicial. De hecho, el de Fuenlabrada sólo se ha quedado un partido sin jugar „en Huesca„ en las 24 jornadas de Liga disputadas hasta ahora. No obstante, no es un misterio que en el futbolista lo ha pasado mal estos meses como consecuencia de sus reiterados fallos ante la meta rival.

El domingo fue suplente, pero su entrada en el terreno de juego cambió el rumbo del encuentro, sobre todo gracias a su gol, que fue dedicado a sus padres y su mujer, entre los espectadores del Ciutat de València. Ellos también han sufrido este «parto» goleador.

«Han sido muchos meses para conseguirlo. Estoy muy contento porque estaban mis padres y mi mujer en la grada y se ha juntado todo. Estoy en un nube porque se me había olvidado cómo se sentía uno al celebrar un gol y lo vuelvo a sentir ahora y es una sensación increíble», insistió el azulgrana cuando acabó el duelo ante los tarraconenses.

La intrahistoria de la celebración

En este sentido, la celebración de Morales, con el gesto de «comandante», se debe entre otras cosas a lo sucedido la pasada semana en un colegio de Paiporta. Morales y Koke visitaron el centro educativo Rosa Serrano y allí tres de los alumnos propusieron al futbolista del Levante UD diversas celebraciones en el caso de que ante el Nàstic lograse romper la racha y marcar. El último de los niños le pidió repetir el gesto con la mano en la frente si había gol y Morales cumplió. Tanto es así que a la salida de los vestuarios el madrileño comentaba, entre risas, que esta semana quería visitar otro colegio por si volvía a darle suerte de cara al gol frente al Zaragoza, el próximo rival.