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Entrevista

Antonio Calpe: "Sueño que juego y marco de cabeza"

«Lo que está haciendo este año el Levante UD no lo ha hecho nunca, tienen que renovar ya al entrenador», explica el exjugador «granota»

Antonio Calpe: "Sueño que juego y marco de cabeza"

La memoria de Antonio Calpe (València, 1940) empieza a pelearse con el calendario, las horas que marca el reloj y algunas de las calles de la ciudad. Sin embargo, su tejido neuronal se fortalece y se despeja con el fútbol, el refugio de todo exjugador. Sobre todo cuando es un campeón de Europa.

El eterno lateral izquierdo del Levante UD, el Alcoyano y el Real Madrid, incansable mientras subía y bajaba la banda de Vallejo y el Bernabéu con la velocidad de un rayo, recuerda ahora con milimétrica precisión los partidos, las jugadas, los goles, las conversaciones dentro del vestuario o las discusiones con los directivos que mantuvo hace décadas. Un tiempo lejano pero que nunca se ha ido.

Por supuesto, entre lo que jamás se le va a olvidar al defensa grauero está el memorable ascenso del Levante UD en la campaña 1963-1964. Aquel año, Calpe fue titular indiscutible todos y cada uno de los partidos. «Comía bien, me cuidaba, no fumaba...», explica. Eso sí que lo tiene grabado. A sangre y fuego. Lo tiene tan fresco y claro como que habrá ascenso granota antes del final de la temporada. «Tienen un equipazo. Lo que está haciendo este año el Levante UD no lo ha hecho nunca, ni cuando ascendimos nosotros. Esa diferencia de puntos no la ha logrado nadie, creo que solo el Valladolid», sonríe Calpe, que luego apuntilla: «yo leo la prensa». «¿Si este es equipo es mejor que el nuestro? ¡No he dicho eso! Están consiguiendo una gran temporada y creo que al entrenador tienen que renovarlo ya, no lo conozco, pero lo tienen que renovar. En nuestro equipo había jugadores muy buenos, muy normales pero muy luchadores... Wanderley marcaba goles ´a manta´, Domínguez, Currucale... Madre mía como corría Currucale. Éramos todos grandes compañeros, amigos. No había follones nunca y si nos daban una patada a uno íbamos todos a ver qué pasaba», rememora con una media sonrisa dibujada bajo sus gafas de sol.

«Aún veo gente que estaba en Vallejo, abuelos que lloran recordándolo. Es que aquello fue muy emocionante. Antes, subir a Primera era muy difícil, más que ahora», remata Calpe, quien de vez en cuando se deja ver en Orriols. «El otro día fui. Hay gente que lo ve todo demasiado fácil, lo nuestro fue con más angustia. De este año me gusta el central, Chema, Campaña y el delantero, Roger. Pero el día del Mirandés fue un partido malo, ganamos de suerte», apuntilla Antonio.

Lo hace mientras mira a su hermano Ernesto, con el que comparte una exquisita charla futbolera en medio de un almuerzo, fraterno, sincero y muy levantinista. «Cuando nací, mi padre, que jugaba en el Levante UD, estaba en un partido en Girona. Balaguer le avisó por teléfono y me brindaron el partido, que el Levante UD ganó 1-2. Tenía el acta por casa», presume Calpe, quien no deja escapar la ocasión: «por si alguien duda de que soy del Levante UD».

Y es que, a diferencia de lo que sucede ahora, el paso al Madrid no fue tan sencillo como parece, o al menos así lo recuerda ahora. «Yo estaba en el Levante UD fenomenal, la gente me quería... Era lo mejor del mundo. Cuando me fui al Madrid, a mi mejor amigo allí, Zoco, le decía que me quería volver. Me contestaba que estaba loco, que estaba en el mejor equipo del mundo. Fui a las oficinas del club para decirles que pedía la baja. El secretario me dijo: ´¿Usted sabe que está en el mejor equipo del mundo?´ Yo era como un niño al que habían dejado solo en el colegio y lloraba porque quería volver a casa», explica. Sin embargo, reconoce que después de una gira por América en la que llegó a jugar contra Pelé, cambió de parecer. Se adaptó a aquel Madrid «ye-ye» en el que Muñoz le aseguró la titularidad nada más entrar en el vestuario. «Antonio, usted va a jugar todos los partidos, ya lo sabe». Pura psicología deportiva para un chaval de 23 años que se cambiaba junto a Zoco, Pirri, Velázquez o Amancio, entre otros. Con ellos levantó tres ligas y una Copa de Europa. «El Madrid me ha cuidado muy bien siempre, me envían siempre algo por Navidad y esas cosas. En el Levante UD es distinto pero porque es otro tamaño de club, es normal», aclara.

También hizo amigos especiales en el Bernabéu. «Yo era muy de Kubala, era mi ídolo, una bestia, aunque el mejor del mundo era Pelé. Pero el mejor con el que he jugado fue Puskas. Era un monstruo y creo que se le nombra poco porque vino muy mayor al Madrid. Era un goleador nato. Di Stéfano lo decía siempre: ´El mejor, Puskas», subraya. De hecho, eso le lleva a clavar la mirada en el infinito y refrescar, plano a plano, su gol en el Bernabéu. «Fue el gol del cojo, estaba de extremo porque me había lesionado. Puskas me la pasó y me dijo: ´¡venga adelante!´. Y marqué por la escuadra con la pierna sana. No metía muchos goles porque entonces los defensas eran defensas. Me gustaba subir, pero el entrenador siempre gritaba: ´¿A dónde va usted? ¡Para atrás!´. Puskas ha sido la mejor persona que he encontrado en el fútbol. Metí ese gol por culpa de él».

Viendo su rostro, cualquiera creería que Calpe acaba de viajar en el tiempo. ¿Qué daría por volver a vestirse de corto, atarse las botas y salir a jugar? «Todo, lo daría todo, pero no lo pienso porque no puede ser. Sueño que juego al fútbol y marco goles de cabeza», confiesa.

Otro de los grandes con los que se cruzó Calpe fue Cruyff, al que llegó a entrenar en el Levante UD cuando se marchó Rifé del banquillo granota. «Cuando fuimos a jugar contra el Ajax con el Madrid, Cruyff comenzaba. Lo marcaba Zoco, que era lento, y Cruyff le hizo de todo. En el vestuario Muñoz, muy castizo él, estaba muy enfadado. ´Joder con el Flaco ese, nos está armando el taco´», imita con su voz, algo apagada por la edad, Antonio, que no puede evitar reírse.

Se acaba la entrevista y llegan las preguntas incómodas. ¿Ha habido algún jugador cómo usted, don Antonio? «No ,ninguno. Me lo preguntan muchas veces y, ¿qué voy a decir? Ninguno, porque no voy a quitarme méritos la verdad», vuelve a sonreír con ganas Antonio y lanza una mirada cómplice a su hermano Ernesto.

¿El Valencia CF le quería? «Llegué a firmar con Julio de Miguel, el presidente del Valencia CF, pero era solo un preacuerdo. Paco Gandia apareció esa noche en mi casa e hizo que el Levante UD pagara un millón de pesetas para que jugara con ellos. Yo pensaba que no me querían», concluye Calpe, a quien nunca se le podrá apagar el fútbol de la memoria. Ha dejado demasiados recuerdos dentro del balón con el que ha jugado la vida.

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