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Entrevista

Almudena Sánchez: "Éramos nosotras contra el mundo, y luego lo ganamos todo"

La defensa del glorioso Levante UDF germinado a finales de los 90 rememora la trayectoria de un equipo legendario

Almudena Sánchez: "Éramos nosotras contra el mundo, y luego lo ganamos todo"

P ¿Cómo empieza aquella historia para usted?

R Una chica me cuenta que juega al fútbol en un equipo, el Politécnico San Vicente. Yo había jugado de pequeña en la calle, con los chicos. Allá que voy y me encuentro a aquel equipo, en un patatal, y me emociono. Así que empecé a entrenar, a jugar, a viajar....

P Sin medios, sin atención mediática, empiezan a crecer.

R Nos patrocinaba una peluquería, pero nos pagábamos casi todo. Pero ahí estaba Antonio Descalzo, que era un crack buscándose la vida. Era el entrenador, el psicólogo, el padre y además consiguió más patrocinadores; hasta pudimos pagarnos alguna estancia en un hotel. Éramos un grupo de amigas, que entrenábamos como y donde podíamos y remábamos hacia el mismo lado. Éramos nosotras contra el mundo.

P Y va y ganan la Liga.

R Uff, se me ponen los pelos de punta. En el 97, en Oviedo. Fue un «show». Casi nos matan allí. Fletamos dos autobuses con familiares y amigos y salimos escoltadas por la Guardia Civil. Pero fue lo máximo. Recuerdo estar sentada en el vestuario, llorando, y diciendo: «Somos las campeonas con lo que tenemos». Pero no cambiaron las cosas. Nos encontramos un equipo campeón de Liga sin campo ni patrocinador. Empezamos a dar tumbos. Íbamos al peor campo del Saler, que era un patatal, a Benagéber...

P ¿El Levante UD les salva la vida?

R En el 98, Descalzo llamó a la puerta del Valencia CF, donde nos tomaron por locas. ¡Pero si éramos las campeonas de Liga! Nos fuimos a la plaza del Ayuntamiento y nos pusimos a jugar un partido, cortamos el tráfico y montamos una gorda. Es ahí cuando aparece Pedro Villarroel y el Levante UD. Nos salvan. Fue una alegría, pero se quedaron algunas por el camino. El Levante UD invierte 50 millones de pesetas y quiere un equipo competitivo, que siga ganando. Empezamos a llevar buena ropa deportiva y a ir a buenos hoteles.

P Me dijo un día que entonces ganaban con solo bajar del autobús.

R Así es. Antes de bajar, ya íbamos 1-0. En 2000 ganamos el triplete (Liga, Copa y Superliga) y luego jugamos la Champions. Son los años gloriosos. Fichamos a Rosa Castillo y luego a las andaluzas (Ausi Jiménez, Vanesa Chisbert y Alicia Cifuentes). Pasamos a ser el Real Madrid del fútbol femenino, en el campo y fuera de él. Descalzo era muy perfeccionista con la imagen: que si la ropa de bonito, que si la sudadera sólo para calentar, que si el polo... Gestionaba muy bien todos los detalles.

P Villarroel, además, quiso que jugasen en el Ciutat de València (entonces Nou Estadi).

R Cuando nos absorbe el Levante UD, seguimos jugando en Benagéber, o en la Malva-rosa. Pero es verdad que algún partido importante lo jugábamos en el estadio. Era como un premio. Fíjate que siempre habíamos jugado en tierra. El único campo de césped era el del Estartit (Roses, en Girona). El peor campo, con diferencia, era el del FC Barcelona. Los partidos eran en el parking, literalmente. Pintaban unas rayas y jugábamos ahí, en el cemento con piedrecitas. ¡Un partido de Superliga!

P ¿Cómo jugaba el súper Levante UDF?

R Descalzo lo tenía muy claro: «Llega hasta donde sepas, si no creas problemas a ti y al equipo». Era un equipo ordenado, cada una cumplía en su parcela. Con el San Vicente, en la primera liga, ganamos con el corazón. Éramos muy limitadas técnicamente, pero, como decía Descalzo, éramos 11 gladiadoras. Cuando ganamos el triplete, es cuando el Levante UD quiere más. Ahí crecemos y nos convertimos en el mejor equipo con diferencia.

P¿Qué se le pasa por la cabeza cuando ve dónde está ahora el fútbol femenino? La Liga Iberdrola empieza a llenar estadios.

R Se me ponen los pelos de punta. Y me digo: «¡Yo formo parte de esta historia!». Ahora las veo y no me lo creo, con las barbaridades que hemos hecho nosotras, de jugar en el Pais Vasco y llegar en autobús a las 4 de la mañana.

P Cada vez hay más mujeres futbolistas en España que llegan a los 2.000 euros al mes. ¿Ustedes cobraban?

R Éramos el único equipo que cobraba, pero no daba para un sueldo, por supuesto.

P Pasado el tiempo, ¿le duele que les faltase más atención mediá-tica?

R Bueno, ahí empezó todo, fuimos el origen. Lo que pasa es que ahora han visto que, como con los chicos, esto es un negocio. El fútbol masculino ha tocado techo, nos hemos vuelto locos. Al femenino le queda mucho recorrido. Iberdrola ve negocio y, ¡oye!, eso es bueno. Pero hay muchas cosas que cambiar todavía, empezando por la federación española. Ya es hora de cambios.

P Las futbolistas de hoy, ¿son mejores?

R Técnicamente van mucho más, es lógico. Nosotras nos basábamos más en el físico. Un dato: yo estuve sin jugar desde los 13 hasta los 17 porque no había equipos. Lo mismo les pasó a otras. Yo me dejé cosas en el camino, pero es que no había nada. Fíjate que había más esterotipos que ahora. A nuestros padres no les parecía bien que jugásemos y luego nos apoyaron al máximo. Mi padre pasó a ser mi forofo número 1.

P Nadie les quitará nunca la gloria de ser campeonas.

R Mira, yo lo viví a mi manera. Cuando saltaba a un campo, yo ya me sentía importante. Y luego, cuando alguien te reconocía por la calle y te decía: ¡oye, que tú juegas en el Levante!, pues imagínate.

P ¿Quién fue la mejor futbolista del momento en España?

R Para mí, Mari Mar Prieto. Jugaba en Madrid y nos la trajimos. Una de las mejores de la historia. Jugaba de punta. Y Maider Castillo, Cuca Fandos... Las verdaderas pioneras fueron las del Publisport de Castellón: las Tere Saurí, Cuca, Casamayor, Montse Soler... Todo empieza en esa época (principios de los 90) con José Ibáñez (propietario de la Taberna Che, en València), Paco Polit, Jenaro, los que levantaron el fútbol femenino en la federación valenciana.

P Lateral derecha potente y con mucho carácter. ¿Le defino bien?

R Bueno, yo era un toro, pero creo que no me cargué a nadie (bromea). Te cuento una anécdota: En mi debut con el San Vicente, en Tarragona, salí en la segunda parte. Duré 10 minutos en el campo. Ganábamos 2-1 y se iba sola la delantera. O iba por el aire o nos empataban. Me expulsaron con roja directa y me quedé 3 partidos sin jugar. Ganamos y Descalzo me felicitó.

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