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Opinión

La amenaza txuri-urdin

La amenaza txuri-urdin

pese al empate agridulce en el derbi, la afición granota está entusiasmada con el arranque liguero del Llevant. Más que por los seis puntos, por los rivales ante los que se han conseguido y por recibir hoy invictos a la Real Sociedad. También por el ambientazo que ha registrado el remozado Ciutat de València en los primeros tres encuentros de Liga con una media superior a los 20.000 espectadores. Al levantino de largo recorrido le alegran goles y triunfos pero, sobre todo, que los cimientos de Orriols tiemblen, que sus gradas rujan.

Los txuri-urdin amenazan la placidez de este inicio. Son, hasta el momento, la sensación de la Liga, al extremo que no firmaban un inicio así desde la campaña 81-82 que, como algunos recordarán, acabó con la Real Sociedad levantando el título de Liga, a las órdenes de Alberto Ormaetxea, en aquel estadio en que, si Satrústegui remataba con excesivo ímpetu, en boca de gol, acababa en brazos de los espectadores de detrás de la portería, envuelto en las mallas y en sus propios rizos.

Todos los niños de la época que íbamos con cualquiera que no fuese ni el Barça ni el Madrid nos sabíamos de carrerilla aquel once donostiarra: Arconada; Celayeta, Kortabarria, Górriz, Olaizola; Diego, Alonso, Zamora; Idígoras, Satrústegui y López Ufarte. Aquel 25 de abril del 82 la Erreala venció ante su público al Athletic, levantó su segunda y última liga y cedió el testigo a su hermano vasco, que se impondría las dos siguientes temporadas.

Aquel mismo curso 81-82 el Llevant experimentó una de las peores pesadillas de su historia. La resaca del fichaje de Cruyff, con los impagos a la plantilla, provocó el doble descenso: a 2ª B por deméritos deportivos y a 3ª por deudas. Era el inicio de uno de los episodios más tristes del «yunque de la adversidad» -un eufemismo para desviar la mirada ante años de lamentable gestión-. El levantinismo iba a tardar tres lustros en recuperar la ilusión. Hoy, con 21.000 socios y un equipo que desborda la ilusión, se ve todo aquello a años luz, de reojo, con el deseo de que no vuelvan los viejos tiempos.

Existían muchas dudas respecto a la capacidad de algunos futbolistas para ser tan competitivos en Primera como lo fueron durante la campaña del ascenso. Muñiz, con un bloque basado en el once de Segunda, ha sorprendido a todos, con una propuesta deportiva muy ambiciosa que orbita en torno al talento de Campaña y al fuelle inagotable de Lerma. El colombiano estará un mes de baja -y se suma a Iván y Roger-, pero Róber Pier ya ha demostrado que puede ser un gran volante de contención. La Real es un rival correoso pero seguro que el Llevant hoy, pese a las bajas, con Morales de nuevo disponible, y con el brío de la grada en el cogote, va a plantar cara y a darlo todo para reencontrarse con la victoria y frenar al (primer) equipo revelación del año.

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