El Levante UD firmó ayer en Orriols el quinto empate de la temporada después de nueve jornadas. Sin embargo, el punto cosechado ante el Getafe se aleja del sabor dulce de los obtenidos en el Bernabéu y en el derbi ante el Valencia. Y es que, desde hace un mes, los azulgrana desprenden unas vibraciones extrañas, una ansiedad que se materializa en la falta de gol de sus delanteros, inmersos en una sequía prolongada y acuciante.

Por momentos, como ayer, el Levante UD parece jugar con el objetivo de no perder, de no encajar, de sobrevivir al paso de los minutos. A la hora de atacar, de poner en aprietos a la defensa rival y llevar el peso del partido, el campo se pone muy cuesta arriba y la portería contraria se adivina muy lejos. Sólo la magia de Bardhi y los chispazos de Ivi mantienen el pulso ofensivo del equipo valenciano.

Quedó constatado ayer en un partido tan extraño como complicado. Un partido, bajo un primaveral sol de octubre, en el que Nano sufrió una lesión de rodilla después de una floja participación, el árbitro se equivocó gravemente en las dos áreas y Bordalás dejó su sello con una descarada pérdida de tiempo por parte de sus futbolistas. Con todo ello, el punto sabe a poco para los granotes, pero deja la permanencia en Primera más cerca que la jornada pasada.

Los primeros 45 minutos dejaron una sensación generalizada de incomodidad. Ni siquiera se puede afirmar que el pobre espectáculo ofrecido por los dos equipos se debiese a una batalla táctica. No. La primera parte fue, sencilla y llanamente, mala. De solemnidad.

El Levante UD, romo en ataque, no disparó a puerta en todo el primer acto. Morales, después de la única combinación en la banda izquierda entre Luna e Ivi, falló un remate a bocajarro en el área pequeña al no saber decidir con qué parte del cuerpo remachar el cuero. Fue lo más cerca que estuvo del gol el equipo azulgrana antes del descanso. El atasco formado en la medular, con un Campaña gris, un Lerma intermitente y un Róber fallón, anuló cualquier tipo de propuesta ofensiva granota. Además, con Ivi desaparecido, Nano sólo evidenció voluntad y un amplio repertorio de desmarques en velocidad. Poco más ofreció el delantero canario, que no chutó a portería.

En ese terreno se movió mejor el Getafe de Bordalás, con tres mediapuntas eléctricos. El conjunto azulón busco a Portillo, Amath y Fajr para romper la defensa levantinista mediante desmarques fugaces. En las bandas, con Pedro López y Luna desbordados, el Getafe creó peligro.

Pasada la primera media hora, con la ansiedad a cuestas, con Muñiz en el área técnica pidiendo calma y el runrún instalado en el Ciutat, los visitantes dispusieron de las mejores ocasiones. Una de ellas la tuvo Jorge Molina, capaz de ganar en el cuerpo a cuerpo a Chema y rematar con la zurda, algo forzado, cerca del palo derecho de Raúl. En otra, el colegiado anuló un gol legal a Amath al entender que Portillo, el autor del centro, venía de fuera de juego. Se equivocó De Burgos.

Muñiz no quiso esperar y dio entrada a Bardhi por un Pedro López superado. Róber pasó al lateral y Lerma quedó como único pivote en el centro del campo. Ese movimiento le vino bien al Levante UD y al partido, que empezó a abrirse. Con el calor y el cansancio acumulado, aparecieron los huecos y las alternativas en ataque.

Nano, muy desdibujado, se lesionó la rodilla derecha en una jugada aislada y Alegría tuvo que entrar al campo por él. Aportó más cosas que el canario, aunque estuvo siempre lejos del gol.

Cuando mejor estaba el Levante UD, Raúl falló al medir su salida en el saque de un córner y Cala remató al palo. El rechace cayó en las botas de Fajr. Su volea, ante una nube de futbolistas, envió el balón la red, pegado al palo derecho. Raúl sólo vio el cuero cuando ya estaba dentro.

Un mazazo psicológico del que se recuperó tres minutos después el Levante UD. Bardhi se sacó de la manga un pase magistral para que Luna centrase al corazón del área. Morales, de primeras, embocó para el empate.

Ese chispazo bastó para encender el encuentro. Los de Muñiz, espoleados por su público, dieron un paso al frente. Morales, gracias a otra pase fantástico de Bardhi, recortó algo trastabillado a Damián en el área y este le derribó claramente. De Burgos no pitó penalti y eso enfureció a la grada.

El Levante UD, con Ivi entonado, lo intentó. Quería pero no podía. Y poco a poco el Getafe fue recuperando el poder sobre el partido. Entre otras cosas, gracias a la descarada pérdida de tiempo impulsada por Bordalás desde el banquillo.

En los últimos minutos, los granotes buscaron a Alegría, muy trabajador, para crear segundas jugadas. No obstante, el Getafe se resguardó bien para llevarse un punto de un Orriols algo inquieto.