Sin energía, sin alma, sin gol. El Levante UD cayó ayer eliminado de la Copa ante el Espanyol, con todo de cara, debido a su fragilidad defensiva y a su evidente falta de calidad en los metros finales. Con ello, la ilusión copera se esfumó en media hora, tiempo en el que se evidenciaron los problemas a resolver de manera urgente en la Liga.

Sin un dominador claro, el partido arrancó con una primera fase de tanteo en la que el Levante UD sólo arrancó una aproximación de Jason. El gallego desaprovechó un buen pase de Nano y envió el balón demasiado alto con la zurda. El inicio del equipo de Muñiz, con un Lukic entonado en el centro del campo, fue aceptable y nada hacía prever lo que estaba por llegar. Antes del cuarto de hora, Gerard Moreno, el mejor jugador del Espanyol, bombeó un pase a la espalda de Cabaco y Shaq, con toda la zaga azulgrana descoordinada y descolocada. El asistente no señaló fuera de juego y Leo Baptistao se permitió el lujo de conducir absolutamente solo hasta encontrarse con Raúl Fernández, al que batió por encima con un toque sutil y preciso.

El Levante UD no se sobrepuso al golpe. Pese a que trató de buscar el área rival, sin ideas claras y con Nano visiblemente perdido entre los defensas blanquiazules, era casi imposible generar jugadas de peligro. El Espanyol, en cambio, supo aprovechar los espacios con mayor efectividad. A los de Quique les bastaba enlazar dos pases para desnudar a toda la retaguardia granota. Así, Gerard, antes de cumplirse la media hora, estrelló el balón en la madera tras una buena jugada personal por la banda izquierda. Fue un mero aviso, porque diez minutos después, él mismo se encargó de darle la vuelta a la eliminatoria con una jugada de delantero de área. El futbolista catalán remachó a la red después de un nefasto despeje de Toño. El balón rebotó en Raúl Fernández y Gerard no falló para embocar el 0-2.

En apenas 33 minutos el Levante UD había dilapidado toda la ventaja cosechada en Cornellà y Orriols rompió a silbar por la mala imagen que estaban dando los suyos, derrotados con más de medio partido por jugar y sin dar pruebas de poder remontar.

En la última jugada antes del descanso, Nano se descolgó a la banda derecha, encaró y centró con intención al primer palo. Samu, desaparecido todo el partido, llegó tarde. Fue de lo más peligroso antes de pasar por los vestuarios.

Muñiz quiso reavivar la eliminatoria e introdujo a Boateng e Ivi, quizá de lo más destacado en el Camp Nou el domingo. Surtió efecto. Después de un disparo lejano de Navarro que Raúl desvió a córner, el Levante UD tuvo la suya. Un centro de Toño al balcón del área pequeña encontró a Jason, que remató de cabeza con un potente giro de cuello. El esférico, con Diego López superado, se topó con el larguero. El Ciutat se lamentó, pero adivinó un rayo de esperanza y se reenganchó al partido dispuesto a empujar hasta el final. A ello ayudó la entrada de Morales, el único jugador que conecta a día de hoy con la grada.

Un espejismo, porque Diego López no tuvo que volver a aparecer. Las ocasiones no se concretaron y el equipo pecó de una alarmante falta de gol. Como toda la temporada. El Espanyol se limitó a contemporizar y dibujar un par de contras gracias a los desmarques de Baptistao primero y Sergio García después.

Sin pegada y sin fe, el Levante UD acabó desquiciado, sin saber qué hacer el balón. Un suplicio. La eliminación fue casi un alivio.