José Luis Morales se calentó tras la eliminación copera ante el Espanyol (0-2), cargó contra sus compañeros de equipo, y el levatinismo comenzó a preocuparse. Lo del pasado jueves no fue una derrota más, sino la punta del iceberg de una trayectoria más que preocupante en la Liga donde el Levante UD no gana un partido desde el 19 de noviembre del año pasado (0-2 ante Las Palmas) y no se marca un gol desde que Laporte lo hiciera en propia meta en la derrota ante el Athletic del 10 de diciembre. El último gol de un futbolista azulgrana fue el marcado por Jason (Minuto 79) en la victoria lograda en Gran Canaria hace casi dos meses.

Ayer, y tras una noche toledana en Orriols y con un ambiente más que enrarecido, la plantilla se reunió por espacio de más de una hora en el vestuario, antes del entrenamiento en Buñol, para tratar de revertir la situación y conjurarse de cara al partido del próximo domingo ante el Celta en el Ciutat de València (12:00 horas). Ganar en Liga, la competición en la que siempre se ha centrado el club, y recuperar las buenas sensaciones es el objetivo.

Esa es la conclusión final que se saca de una reunión tensa en la que más de uno se dijo las cosas a la cara. Claras, pero sin alzar la voz. Primero, que la plantilla está con Muñiz. El entrenador tiene el respaldo y el respeto del grupo. Segundo, que las palabras de Morales no gustaron a sus compañeros sobre todo aquello de que «los trapos sucios se lavan en el vestuario». Ahí quedó todo.

Porque aunque en lo operativo el mensaje institucional fue el obligado cumplimiento de los futbolistas con los medios de comunicación, tal y como recriminaba Morales al asegurar que él es el único que da la cara con la prensa tras las derrotas, durante la charla de ayer se dio un paso más adelante y se habló de compromiso, actitud e incluso de identidad futbolística para superar un bache que suena más a crisis deportiva que a otra cosa.

Tras dieciocho jornadas disputadas, está muy claro el diagnóstico: La planificación deportiva no ha sido la adecuada. Tito no ha estado nada acertado a la hora de confeccionar una plantilla de garantías para que Muñiz la entre en Primera división. Y lo más preocupante, las sensaciones de cara a los obligados refuerzos del mercado de invierno de cara a no pasar apuros y eludir el descenso, urge un central y un «nueve» de nivel, hacen planear la sombra de la duda.