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Camino a ninguna parte

Camino a ninguna parte

Hace meses que el camino del Llevant conduce justo hasta aquí, al abismo al que ahora se asoma. Hace meses que sabemos ­que el ambiente, sin ser malo, no es el mejor ni en el seno de la plantilla ni entre futbolistas y entrenador. El jueves Morales estalló y el mal rollo ya es de dominio público. En todo caso, en el fútbol y en la vida, «cuando la pobreza entra por la puerta, el amor salta por la ventana», que cantaba El último de la fila. La situación no contribuye a la camaradería, sin duda. Y sin embargo, sin compromiso e intensidad es imposible cambiar la situación. Justo de eso se quejó Morales. En vez de diagnosticar el problema a tiempo y poner remedio, entrenador y club contemporizan desde hace meses, se escudaban en el colchón de puntos y justificaron misérrimos empates y un juego anodino y sin alma. Tanto es así que, tras la victoria ante la Real de la quinta jornada el Llevant sumó 9 puntos, los mismos que en las trece siguientes (9 de 39), números que conducen sin paliativos al descenso. Y si malas son las cifras, peores son las sensaciones.

El jueves se dilapidó la Copa y la posibilidad de cambiar la dinámica. Muñiz volvió a tomar decisiones poco comprensibles: no convocar a Doukouré, dejar en el banco a Lerma, alinear juntos a Bardhi y Campaña ­-en vez de proteger el 1-2-, insistir en Chema, Samu o Nano€ Apelar -abierta o veladamente- a la mala planificación es un recurso tan fácil como injusto. Es cierto que Nano, Alegría o Samu no han mostrado el nivel esperado, pero Doukouré, Bardhi, Ivi, Cabaco, Lukic, Luna y Boateng son incorporaciones notables o con opciones de futuro.

Se clama por un delantero, pero el Llevant sangra en otras posiciones. Los que entienden de fútbol siempre insisten en que los equipos se arman desde atrás y tal vez las soluciones para ello estén en casa, aunque Muñiz se ha resistido durante meses, erre que erre, a buscar alternativa a lo que no funciona: Rober y Cabaco apenas han tenido oportunidades; Lukic y Doukouré, tampoco; Boateng, tres ratos. Etcétera. ¿No hizo bien Tito su trabajo o Muñiz no es capaz de sacar lo mejor de la plantilla?

Hoy toca el Celta, que se antoja más asequible que Villarreal, Deportivo, Valencia y Real a domicilio o que el Madrid en Orriols. Es la mejor ocasión de puntuar hasta que llegue el Betis el 25 de febrero. Así de negras están las cosas. «Si sales al campo a pasearte, te ganan, tu gente te silba y es lo que te mereces», declaró Morales el jueves. El comandante estalló al constatar, con impotencia, que pasan las semanas y no se pone remedio. Y más contando con una buena plantilla. A Muñiz esto se le va de las manos. Urgen carácter y látigo para dar un giro copérnicano, urge un once con intensidad y compromiso. Orriols sólo silba cuando sus futbolistas no mueren por el escudo. Es un síntoma inequívoco de este camino que no lleva a ninguna parte.

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