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Conquistar Mestalla... 81 años después

Conquistar Mestalla... 81 años después

Un lector me dice que soy lo que en Sevilla llaman «un fatiguitas». Y me explica que es, xino-xano, lo que aquí entendemos por un renegó. Hay roles menos ingratos que el de Pepito Grillo, pero la crítica constructiva es imprescindible. Sin ella no hay crecimiento ni mejora posible. El periodista debe informar y, en la medida de lo posible, fiscalizar la actuación de aquellos que pueden, por poderosos, maquillar la realidad a su antojo. El columnista lo mismo, pero de forma explícitamente subjetiva. Me encanta aquel diálogo en que el señor Lobo de Tarantino frena la tentación de Travolta y Jackson: «Caballeros, no empecemos a chuparnos las pollas todavía» (Pulp Fiction, 1994). Y me encantan los colegas de profesión que asumen esta actitud como seña de identitad.

En fin. Si hay que aceptar pulpo como animal de compañía, se hace y punto, pero sería sensato poner en cuarentena la euforia granota tras el 2-2 ante el Madrid. Fueron electrizantes, realmente, el balón profundo de Lukic para construir el 1-1, el desmarque de Morales o la sangre fría de Boateng para estrenar su cuenta anotadora. Sin embargo, el Llevant fue otra vez, como conjunto, una calamidad en la primera mitad y solo la indolencia del Madrid evitó la sentencia. Sí que es cierto que el paso por el vestuario lo cambió todo. La arenga debió ser de tomo y lomo. El Llevant se mostró mucho más rocoso tras el descanso. Muñiz supo leer el partido en la reanudación, arriesgó con los cambios y acertó. Y el equipo tuvo la actitud y un punto de suerte. Y además estuvo la asistencia letal de Jason y la definición de Pazzini. Orriols estalló de júbilo. Celebró el puntazo como un triunfo. El levantinismo anhelaba un clavo ardiendo, aunque lo que necesita es un punto de inflexión, que puede y debe reafirmarse hoy. En juego, actitud, ambición táctica y resultado. Hoy se espera, además, el espíritu rebelde que asomó hace una semana en los ojos de Coke, Pazzini, Roger, Morales, Doukouré, etcétera tras el 2-2, tanto tiempo después. El mismo que permitió la última victoria, oficial, en Mestalla.

Porque el Llevant sí que ha ganado allí en partido oficial. Por supuesto. Tal vez, incluso, quede alguien vivo, a uno u otro lado de la séquia, que estuvo presente, aquella última vez. Hace la friolera de 81 años. Fue el 12 de junio del 37, en la fase regular de la Copa de la España Libre. El Llevant, más que vencer, arrasó (0-4) y con esta victoria se puso líder. Y así siguió hasta proclamarse campeón, en Sarrià, también ante el Valencia. El cronista de El Mundo Deportivo caía rendido, precisamente, ante el espíritu rebelde de aquel grupo: «Es ya reincidencia en el Levante esta falta de respeto de sus jóvenes jugadores hacia el campeón en su propio terreno». La referencia al campeón es porque el Valencia venía de conquistar, hacía unos meses, el campeonato Superregional. Lo de la reincidencia, porque los levantinos ya habían vencido (0-1) durante la Liga del Mediterráneo 36-37. Valero; Olivares, Ernesto Calpe; J. Rubio, Calero, Tarí; Puig II, Gaspar Rubio, Martínez Català, Nieto y Botella hicieron vibrar a las huestes levantinas. Un equipazo. Marcaron Nieto (2) y Gaspar Rubio. Ningún cronista registró al autor del otro gol. Era la segunda jornada pero el Llevant ya apuntaba a aspirante, según la prensa: «Y como estas fechorías de la revelación en la temporada, el Levante, van de acuerdo con sus resultados generales en todos los campos, como su pujanza se afirma más y más, hay que considerar que en el plano de los favoritos para el triunfo y la adjudicación de esta Copa del Presidente de la República, cabe también el Levante». Fechorías. Eso es justo lo que hace falta hoy: unas cuantas fechorías en las inmediaciones de Neto.

Mil levantinos desde el Gol Xicotet y otro millar largo repartido entre merengots afilan gargantas y palmas para celebrar la primera victoria en el estadio del Valencia en Primera (eso sí es inédito). Sería apoteósico (y catártico) asaltar Mestalla como en el 37, pero sobre todo por un motivo: porque la escuadra blaugrana tiene la necesidad imperiosa de mejorar su dramática estadística (un triunfo en los últimos 17 encuentros), de sumar los tres puntos, de mejorar el estado anímico y de ganar confianza para, en definitiva, dejar de merodear por el abismo. Empezar a evitarlo es conquistar Mestalla de nuevo, ocho décadas después.

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