Si las ligas se deciden en las últimas diez jornadas, las finales por la permanencia lo hacen en el descuento. Sucedió contra la UD Las Palmas y volvió a ocurrir anoche, en un agónico partido ante el Málaga. En el último segundo, en el último suspiro del duelo, Boateng, defenestrado por muchos al inicio de la competición y con la cara partida desde el partido ante el Girona, emergió de la nada en el área para marcar el gol del triunfo y, muy proablemente, de la permanencia del Levante UD, que ha dormido a 7 puntos del Deportivo (más el golaverage) con 15 aún por jugar. Un broche mágico para una recta final de temporada en el que los granotes parecen destinados a la salvación.

Y eso que al Levante UD le temblaron las piernas en la primera parte. Más de lo esperado. Y el Málaga, que llegaba a Orriols bajo la piel del cordero sentenciado al descenso, se resistió a lo inevitable. Los azulgrana, con el voluntarioso Boateng de vuelta a la punta de lanza para acompañar a Roger, entró al partido con las revoluciones excesivamente bajas. Poco fútbol y muchos nervios. Muchos errores, pocos desmarques y ninguna ocasión.

Lo detectó Paco López, quien desde el área técnica arengó a los suyos con énfasis. Sobre todo a Campaña, al que no dejó de pedirle más. Más de todo.

Con la tensión apoderándose del equipo azulgrana, los malaguistas, con todas las limitaciones de una plantilla condenada a la Segunda División, se creció. Liberada de presiones. Ideye y Rolan, dos delanteros anárquicos pero potentes, pusieron en problemas a la defensa granota en más de un balón colgado al área. Oier, además, tuvo que repelar una volea de Miguel Torres desde la frontal y vio como, poco antes del descanso, un testarazo de Miquel se marchaba lamiendo el poste tras el saque de un córner.

En el área contraria, en cambio, muy poco más allá de las conducciones suicidas de Morales e Ivi, que no dejaron de chocar con la muralla andaluza. Roberto se marchó a los vestuarios con los guantes totalmente limpios.

El primer disparo a puerta, de hecho, fue en la primera jugada de la segunda parte, obra de Campaña. Una prueba de que el Levante UD, con Postigo sobre el césped por un lesionado Cabaco, salió algo más descarado. A ello ayudó la libertad de movimientos de Morales, que jugó en todas partes, aunque precipitado con el balón en las inmediaciones del área.

En una falta colgada al corazón del área, Coke volvió a aparecer como baluarte en el balón parado. Se adelantó a la defensa y desvió lo justo con la cabeza, pero el balón no quiso entrar.

Por fin el Levante UD tenía el partido donde quería. O eso parecía. Sin goles en el marcador pero con el camino hacia la portería rival mucho más despejado y con el Málaga desconectado. También con el Ciutat metido, por fin, en el encuentro, clave para el futuro del club en Primera.

No obstante, con el paso de los minutos el equipo azulgrana volvió a bloquearse y los de José González, más relajados, recuperaron el dominio del balón por unos instantes y los murmullos en Orriols reaparecion. Había mucho en juego.

Fue, paradójicamente, cuando llegaron las mejores ocasiones del partido para el Levante UD. Roger, incrustrado entre los centrales, aprovechó un balón raso, al espacio dentro del área, para medirse cara a cara con Roberto. El delantero quiso superarle picando el esférico, pero se equivocó y lo mandó fuera. Un minuto después, Ideye, tratando de despejar en un córner, mandó el balón al travesaño. El gol se resistía y la tensión era máxima en Orriols.

Jason entró por Ivi, que no cuajó un buen partido, y los de Paco López siguieron insistiendo sin premio. A falta de diez minutos Postigo se inventó un pase largo que Roger rozó con la puntera para controlar en boca de gol.

Cuantos menos tiempo quedaba para el final, más tensión acumulaba el duelo. Lukic entró por Campaña y Bastón salió en el Málaga. El partido se convirtió en un pulso de emociones y en el 93, en el úlitmo instante, Lukic llegó al área y cedió a Boateng el gol de la gloria. El tanto del éxtasis. El árbitro pitó el final y Orriols se quedó para celebrarlo con los suyos.