El Levante UD ha regalado a sus aficionados, y al entero mundo del fútbol, uno de los partidos más memorables de sus 109 años de historia. Sería injusto que el 5-4 al que se ha asistido en Orriols se recordara como el partido que rompió la racha del Barcelona como invicto. No reflejaría, como debe, la pasión y la heroica empleados por el intratable conjunto de Paco López, que fulminó a un rival que compareció sin Leo Messi y sin la necesaria humildad. Fue una vibrante hazaña ejecutada con contragolpes magistrales, que dejarán un hueco reservado a Bardhi, Boateng, Morales y al míster López en los tomos de historia del club. Qué lástima que se acabe la temporada para los valientes "granotes", justo cuando su equipo se come el mundo con números de Champions, con 25 puntos de 30 posibles. Eternos.

El Barcelona quiso empezar enseñando credenciales con un disparo intencionado de Dembelé al minuto y medio de juego, pero el Levante UD contestó con una avalancha de fútbol desde la medular, una zona del campo en la que el Barcelona suele gobernar sin noticia alguna de de amotinamientos. Lukic, Bardhi y Campaña impulsaron a los "granotes" hacia el campo rival y así se gestó la jugada del primer tanto, en el minuto 8. La aceleración en seco con conducción veloz es un recurso muy conocido y hasta previsible en Morales, pero no se ha encontrado todavía al rival que sea capaz de vigilar a tiempo cada arrancada encorvada del Comandante. El Barça se sumó esta noche a esa lista extensa de clubes afectados. Morales recibió en el centro del área y arrancó hacia la izquierda, desplazó de su posición a Yerri Mina y superó en velocidad a Semedo, antes de regalar el gol a Boateng.

El gol desmelenó al Levante UD, que perdonaba el segundo tanto dos minutos más tarde. Un remate en semifallo de Boateng se convertía en un pase inmejorable para Bardhi, que estrellaba su zurdazo en la cruceta. Nada saciaba el hambre feroz de los levantinistas. En el 31, Lukic se colaba entre los adormecidos Iniesta y Rakitic para asistir a Boateng. El ghanés burlaba la salida de Ter Stegen y se llevó por delante en una carga legal (hombro con hombro) la tímida resistencia final de Semedo. 2-0 contra un equipo en apariencia invencible. Orriols se frotaba los ojos, pero todavía quedaba lo mejor.

Huérfano de Messi, Piqué (sustituto del lesionado Vermaelen) fue quién tomó la iniciativa y avanzó yardas, superando contrarios hasta llegar a la media luna y ceder a Coutinho. El disparo del brasileño rebotó en Rober Pier y despistó a Oier Olazabal. El Barcelona reclamó antes del descanso dos penaltis, pero Melero López tampoco veía unas manos de Piqué.

El tanto barcelonista podía parecer el anticipo de una segunda mitad de dominio visitante, pero lo que esperaba era una lección asombrosa de los levantinistas, a los ojos de todo el planeta fútbol en once minutos arrolladores de contragolpes fulgurantes. En el minuto 46, previo robo de balón, Campaña se descolgaba por la derecha y daba la razón a Cruyff. El tótem barcelonista (con pasado "granota") decía que el fútbol es como el rugby, que siempre hay que buscar el pase atrás para tener más perspectiva, una visión más amplia de la jugada. Eso hizo Campaña para que Bardhi, libre de marca, la colocara por toda la escuadra. En el 49, Boateng cruzaba a placer ante Ter Stegen. Nunca había marcado un hat-trick como profesional. Eligió para la primera vez a un rival con 649 millones de ingresos. Morales perdonó, o mejor dicho aplazó, la llegada del quinto, facturado en el 56 en un sabio movimiento de Boateng arrastrando a los centrales, Roger maduró la asistencia final hasta la aparición de Bardhi que colocaba de disparo cruzado el 5-1 y trasladaba el partido al recuerdo de la hazaña de 1964 en Vallejo, a aquella tarde de octubre con dos goles de Serafín, otros dos de Wanderley y uno de Torrents.

El 5-1 espoleó la vergüenza torera del Barça, que en un cuarto de hora restablecía la emoción con tres goles, dos de Coutinho (uno de ellos en otro rebote afortunado) y Luis Suárez de penalti claro cometido sobre Busquets.

Con un cuarto de hora, el Levante UD protegió la renta con emotividad, arropado por el calor de su hinchada. Bien parapetado atrás, Rochina tuvo la ocasión de marcar el sexto en un error defensivo de un Barça desesperado, pero le cayó en la derecha. No hizo falta para rubricar una noche para la historia.