Los planes generales suelen sacar a la luz conflictos de lindes. El nuevo Plan Estructural de Dénia, que ahora está por segunda vez en exposición pública, desvela una contradicción territorial muy llamativa. La depuradora de Gata de Gorgos vierte las aguas residuales a un tramo del cauce del río Gorgos que está ya en término de Dénia. El agua está tratada, pero mantiene carga biológica y contaminante, dado que esta estación depuradora no aplica todavía el tratamiento terciario, que es el que permite reutilizar los caudales para riego agrícola o de jardines.
El catálogo de zonas de interés botánico y paisajístico, que es un documento anexo al Plan Estructural, preserva el tramo del Gorgos donde Gata vierte sus aguas negras. La protección es, además, integral. El catálogo lo han redactado el arquitecto municipal Rogelio Mira, la también arquitecta Victoria Sapena y la técnico de medio ambiente Mariví Pastor. Advierte de la riqueza del paisaje de ribera del Gorgos, que es del tipo «rubo-nerietum oleandri», y de su valor natural. Recomienda proteger las comunidades riparias, de ramblas e higrófilas «debido a su escasez y su vulnerabilidad». De ahí que inste a «eliminar los residuos tóxicos de las aguas». En este tramo del río, prolifera el arundo donax, que forma frondosos cañaverales en los que pueden anidar las aves.
La contaminación que provocan los vertidos de la depuradora de Gata salta a la vista y no es puntual. Ayer mismo manaba un chorro abundante de agua directamente al lecho del río. El olor y el color oscuro denotaban que la depuración no era total. El agua estancada queda cubierta de espuma marrón.
