«La casa es blanca y está rodeada de pinos que tienden las ramas sobre su tejado, abrazándola. Delante florece un huertecillo de geranios, rojos y blancos». Así empieza Sin velas, desvelada, la novela en la que Juan Chabàs (Dénia, 1900; la Habana, 1954) narra la historia de una familia de Segovia que cada verano regresa a veranear a Dénia. La primera descripción es, sin duda, la de la finca de la Marina de Chabàs, donde el escritor e intelectual de la Generación del 27 recuperaba cada verano un trozo de su infancia en la bulliciosa Dénia del comercio de la pasa. El autor reflejó en su obra maravillosamente el paisaje dels Campusos y les Rotes (en las estribaciones del Montgó) y del litoral de les Marines, «esa tierra tostada por el sol, que se tiende en la playa y llega mansamente hasta el mar, que la ensalitra y salvuera con su soplo».

El arquitecto Joan Carles Fogo rastrea en su libro El edificio de la memoria, que mañana presenta en la Sala del Castell de Dénia, los paisajes de Miró, Chabás y Aragón. La búsqueda, en el caso del escritor dianense, fue un ejercicio desalentador. Su casa de la calle Pare Pere ya no existía. Se demolió para levantar un edificio de atroz estética desarrollista (es la actual sede municipal de les Portelles). La casa paredaña sí se conservó, pero las rejas del XIX desaparecieron cuando la planta baja se convirtió en un comercio ahora cerrado por la crisis. Queda el patio trasero, orientado al sur y que, si se le echa mucha imaginación, puede evocar el antiguo huertecillo de flores y plataneros.

Mientras, de la Marina de Chabàs tampoco hay ni rastro. Un bloque de adosados se alza donde estuvo la coqueta villa de veraneo.

El director del Museu de Dénia, Josep A. Gisbert, ya reivindicaba en la exposición que se dedicó en 2001 a Chabàs por el centenario de su nacimiento ese «paisaje mágico y ancestral», el «paraíso esencial que hoy muy pocos pero con furia se dedican a borrar».

El catálogo de bienes protegidos de 2004, elaborado por el propio Gisbert, preservaba la arquitectura que Chabàs describió en su obra. Sin embargo, la piqueta ha terminado demoliendo un paisaje que ya sólo sobrevive en las fotografías en blanco y negro y en las novelas de este destacado intelectual del 27.