El letrero pasa casi desapercibido. Reza: «se alquila o se vende por jubilación». El negocio que en los próximos meses podría cambiar de manos (de lo contrario sus propietarios, la familia Pastor, se verían abocados a bajar la persiana) forma parte de la historia reciente de Dénia. Lo pusieron en marcha hace al menos 70 años (Vicente Pastor, quien ahora lo regenta, asegura que es bastante más antiguo) Benjamín y su esposa Amparo. Y es, sin duda, la taberna con más solera de Dénia. Tomar aquí un vermut y unos mejillones o unos berberechos es un ritual. Este local, situado en pleno rovellet de Dénia, es Casa Benjamín, la tasca imprescindible en una ciudad que, en materia de gastronomía, tiene oferta para dar y tomar (sobre todo, para tomar).

«Sí, me jubilo. Tengo 63 años y ya está bien. Desde luego que no quiero que Casa Benjamín cierre. Algunos inversores ya han mostrado interés en continuar con el negocio», explicó ayer Vicente Pastor desde detrás de la mítica barra de azulejos.

Sus padres eran de la Pobla del Duc, donde también nació su hermano mayor. Llegaron a Dénia y abrieron una taberna que conquistó una ciudad que despertaba al turismo. Pocos vecinos no han probado su vermut. «Los extranjeros eran asiduos. Cargaban garrafas. Ahora vienen los hijos de aquellos primeros clientes y me muestran fotografías de sus padres en Casa Benjamín», recuerda Vicente.

La tasca siempre ha funcionado. Pero quizás vivió su mayor esplendor en los 70. «A las 11 de la mañana, los barriles ya estaban vacíos».

La familia vende ahora este histórico negocio por 800.000 euros. Está en el corazón de Dénia y el concepto de taberna vuelve a pegar fuerte. Casa Benjamín rezuma historia.