Los lienzos del pintor Domingo Llorens Cervera, el retratista de la burguesía del XIX de Dénia, están desperdigados en colecciones privadas. Para dar con ellos hay que recorrer mil vericuetos. Pero el director del museo etnológico de Dénia, Josep A. Gisbert, va, poco a poco, dando con la pista buena que lleva a la obra del pintor Llorens. Y cuenta con el apoyo del ayuntamiento para ir incorporando ese arte disperso (y a menudo mal conservado) a los fondos municipales. Ahora ha conseguido adquirir dos nuevos lienzos de gran valor artístico y también histórico. Uno es el retrato de Antonia Vives, la esposa del pintor, y el otro un lienzo de la Santíssima Sang, la patrona de Dénia.

Gisbert explicó ayer que inició el 13 de septiembre de 2012 las gestiones para sumar estas obras a la colección municipal del pintor Llorens, que ahora llega a las diez obras. Supo que estos retratos los había heredado María Rita Serrano Moltó y que los tenía en su casa de Valencia. Antes habían pertenecido a su madre, Francisca Moltó Bielsa, que nació en Dénia en 1908, que, a su vez, los heredó de Josefa Bielsa, quien vivió en el número 11 de la calle de la Santíssima Trinitat.

El director del museo indicó que el pintor pudo haber legado los lienzos a esta familia, que lo habría cuidado durante los últimos años de su vida. Llorens falleció el 8 de mayo de 1905 en una casa de la calle Pare Pere.

La conservación de estas obras deja mucho que desear. El retrato de Antonia Vives presenta en la cara «una herida». Así se refirió Gisbert a un desconchado que urge tapar. El cuadro de la Santíssima Sang y su peculiar marco lo ha limpiado y consolidado la restauradora Pilar Melenchón. Pero necesita de una intervención más a fondo.

El museo se ha hecho con estas obras mediante la fórmula de «adquisición & donación». Entregará a la propietaria el 50 % del valor que se fije en una tasación independiente. Además, estos lienzos llevarán el nombre de «legado Moltó Bielsa».

Son las dos primeras obras de Llorens que adquiere el museo que no son retratos de familias burguesas. Este artista fue discípulo del valenciano Vicente López, pintor de cámara de Felipe VII e Isabel II y autor de un famoso retrato de Goya. Trabajó en su taller de Madrid. El maestro siempre destacó el gran talento del dianense. Cuando López murió en 1850, Llorens regresó a su ciudad. La prensa de la época achacó a «su excesiva modestia y al entrañable amor que sentía por su tierra» que no hiciera carrera en la corte. Pero Llorens, en su ciudad, también pudo demostrar su genio. Inmortalizó a las familias que amasaron fortunas con la pasa.

El museo etnológico, como anunció ayer el concejal de Cultura, Rafa Carrió, aspira a tener una sala dedicada a este pintor. De momento, cuanta con diez lienzos, pero Gisbert sigue el rastro de otros.