Xàbia hace memoria. El pasado lunes, el arqueólogo municipal y director del Museo Soler Blasco, Joaquim Bolufer, y varios técnicos del ayuntamiento, junto al fotógrafo Enric Martínez, entraron al refugio de la guerra civil de la Caleta del Port. Este diario ya adelantó que a esa estructura se le había quitado de encima la maleza que la había ocultado durante años. Los técnicos municipales dieron un paso más. Rompieron la tapia con la que hace 40 años se cegó la entrada del refugio. Y entraron en las galerías excavadas en el talud de la Caleta del Port y que, para sorpresa de estos primeros visitantes en cuatro décadas, se adentran unos 20 metros en un subsuelo arcilloso y muy inestable. Esas galerías están reforzadas con una bóveda de cañón de excelente factura. Está trabada con ladrillos y cemento. Sin embargo, algunos de los túneles están tapados por hundimientos.

Los técnicos llevan toda la semana realizando mediciones de esas galerías y preparando un croquis de una estructura que, afirma Joaquim Bolufer, no se improvisó, sino que se construyó siguiendo unos planos y con soluciones tan peculiares como la de sostener con pechinas la bóveda de una estancia central en la que confluyen los túneles.

Antes de entrar en este refugio, que debía proteger a la población de los bombardeos de la aviación de la Italia fascista y la Alemana nazi, los aliados de Franco, los operarios retiraron antiguas redes y muchos residuos. El refugio, excavado tras el único bombardeo que sufrió Xàbia en la guerra, el del 23 de julio de 1938, no se utilizó como tal. Si sirvió a los pescadores como almacén.

Esta construcción deberá ahora consolidarse (hay una losa exterior de hormigón que se aguanta en precario). El ayuntamiento estudia ponerla luego en valor e incluso hacerla visitable. Estas galerías transmiten perfectamente la claustrofobia que debían sentir quienes se cobijaban en estos lúgubres y húmedos refugios antiaéreos.