Diecisiete años. Nada menos. La falla Oeste rompió ayer un maleficio que ya duraba demasiado. Lo hizo con un ejercicio de prestidigitación, con magia de circo. Su monumento, del artista Palacio i Serra y que lleva por lema «que continúe el espectáculo, tenía aire circense. Acróbatas, magos, trapecistas, payasos? Todas las figuras ofrecían un estupendo acabado y una expresividad que convenció al jurado. No es extraño que los falleros de Oeste, al tiempo que subían en volandas a su fallera mayor, Tania Carrió, y al presidente, Rubén Flores, cantaran aquella canción de «había una vez un circo». Anoche, alcanzaron una gloria que rozaron en las últimas dos ediciones de los premios, cuando quedaron segundos tras Baix la Mar.

Mientras, Baix la Mar, el distrito dominador de los últimos años, tentó a la suerte con el lema de su falla, «el crepúsculo de los dioses». Era premonitorio. La comisión más laureada se daba de bruces con el crepúsculo, se veía destronada. Pero los premios de las fallas siempre dan una nueva oportunidad. Qué se lo pregunten a Oeste.

El monumento de Baix la Mar es de Josep Sanchís. De magnífico acabado, se quedó a nada del ganador. De hecho, Oeste obtuvo 95 puntos, mientras que el distrito marinero logró 92 y el tercero en liza, Centro, últimamente abonado a este puesto, recibió 91. La cosa, en los premios de especial, estuvo en un pañuelo.

En la sección primera, Port Rotes revalidó el máximo galardón del pasado año. Además, en esta sección también ganó en infantil. El doblete hace pensar que este distrito, a poco que se lo propusiera, podría dar el salto a la sección especial.

Los premios siguieron el ritual de todos los años. Es el momento culminante de las fallas de Dénia. La emoción está a flor de piel. La cerrada pugna entre Oeste, Baix la Mar y Centro (París Pedrera, la cuarta de especial, se quedó un pelín más descolgada, aunque sí ganó en infantil) confirmó que los monumentos de este año tenían mucha calidad. Anoche, como siempre, hubo lágrimas de alegría y de decepción. Pero el veredicto del jurado no encendió debates como otros años. La falla Oeste, la de la plaza de Válgame Dios, dejó atrás una sequía de 17 años. Sus falleros se desgañitaron cantando y celebrándolo.