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El comercio más antiguo de Xàbia

Cierra tras 102 años la tienda de los prodigios

Tres generaciones de la familia Benavent han regentado un negocio dedicado primero a la alimentación, que vendió motos y un biscúter y que ahora era mercería

Cierra tras 102 años la tienda de los prodigios

­Benavent ha sido durante cien años la tienda a la que acudir cuando se estaba en un apuro. Su fama ha dado incluso para un chascarrillo. Cuentan que un foraster recién llegado a Xàbia preguntó por la casa consistorial. Y un vecino le contestó: «Pues no tengo ni idea, pero ve a Benavent, que allí tienen de todo».

La tienda de los prodigios ha bajado la persiana tras 102 años. El de ayer fue el primer lunes en su centenaria historia en el que estuvo cerrada. Un cartel en la puerta advertía de que, desde el 1 de mayo, Benavent cerraba «por jubilación». Dentro, eso sí, se intuía actividad. Los propietarios estaban haciendo inventario, mientras los obreros preparaban el negocio para una nueva etapa. La familia lo ha traspasado a las empleadas, que mantendrán la marca de Benavent.

Miguel Benavent y Mari Carmen Sendra hacen una pausa para atender a este diario. El matrimonio habla con emoción de este negocio emblemático. Miguel recuerda que fue su abuelo, Francisco, que era natural de Antella, quien en 1914 abrió la tienda. Entonces era una suerte de colmado. «Las tiendas de pueblo eran así. Vendían de todo. Sin embargo, en aquel primer momento, mi abuelo y mi padre se dedicaban sobre todo a los comestibles». El padre de Miguel, que se llamaba igual que él, tenía entonces 8 años. Creció detrás el mostrador.

El éxito de esta tienda, apunta Mari Carmen, ha sido «adaptarse a los tiempos». Así, luego fue ferretería, vendió bicicletas, las primeras motos que circularon por Xàbia y también un biscúter. Los vecinos compraron aquí sus primeras radios y electrodomésticos. En la fachada, hay todavía un luminoso de Philips; antes estuvo el de Osram. Las primeras bombillas de Xàbia también salieron de las estanterías de Benavent.

«Sí, siempre hemos tenido fama de tener de todo», afirma Miguel. «Al principio era una tienda de carburos y alimentación, pero fuimos evolucionando con la sociedad». La historia de Benavent, de hecho, podría explicar por sí sola los cambios sociales de un pueblo que, como todos, observa ahora con nostalgia como los comercios de siempre bajan la persiana o atraviesan dificultades insuperables.

Esta tienda, situada en una estrecha calle del centro histórico, había sobrevivido en los últimos años como mercería y paquetería. Ese fue el espacio que le reservó el darwinismo del consumo. Benavent resistía. Pero Miguel se jubiló hace tres años y su esposa, Mari Carmen, lo hizo este mismo sábado. La familia, tras tres generaciones, traspasa un negocio histórico. Para los xabiencs, Benavent forma parte de su cultura popular. Es esa asombrosa tienda en la que podías encontrar de todo.

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