El momento cumbre de la fiesta de bous a la mar de Dénia es cuando el toro o la vaquilla se van al agua. El público se pone en pie y empieza a aplaudir. Los participantes lo saben. Y pasan corriendo al lado del toro para atraerlo y llevarlo hacia el borde del muelle. El astado los persigue y, cuando se da cuenta, ya está cayendo al mar. Hay vaquillas que se las saben todas y que no se dejan engañar. Incluso corren por el borde, como haciendo equilibrios, y no hay forma de que acaben en el agua.

Eso sí, a algunos participantes no les basta con citar al astado y requebrarle. En la última vaquilla de la sesión de bous a la mar de la mañana de ayer, un mozo cogió incluso con las dos manos a la vaquilla por los cuernos y, empleando todas sus fuerzas, la hizo caer al agua. El público le jaleó y el chaval se envalentonó más todavía. Ya en el agua volvió a agarrar a la res del cuerno.

El joven arriesgó demasiado. La vaquilla en un derrote pudo herirle. Además, llegar a forzar que el animal caiga al mar agarrándolo y tirando de él altera el sentido de una fiesta en la que se aplaude la plasticidad de los saltos, pero no que un toro se vea arrastrado a la fuerza al mar.

Los voluntarios de bous a la mar están pendientes para tratar de evitar que se hostigue en demasía al animal. No dejan entrar cañas ni ningún elemento con el que los participantes puedan golpear a los astados. Hay quien si los azuza y azota con los churros de corcho que utilizan los niños para aprender a nadar. Los toros y vaquillas ni se inmutan.