El auge de los chalés de lujo en la Marina Alta, sobre todo en los acantilados de Xàbia, ha borrado del mapa la arquitectura turística más tradicional de la comarca, aquella en la que sobresalían los porches inspirados en los riuraus. Muchos nuevos chalés, funcionales, de líneas rectas y grandes cristaleras, parecen facturados en serie. Hay, por supuesto, excepciones muy destacables de nuevas viviendas con sello de autor. Pero la burbuja de las casas modernas de lujo amenaza con uniformizar la nueva arquitectura residencial.

Eso sí, también se empieza a vislumbrar un revival del clasicismo, de soluciones constructivas y estéticas que parecían desbancadas para siempre por el imperio de la escuadra y el cartabón.

La promotora Miralbó Urbana, especializa en chalés de lujo de vanguardia (los primeros los levantó en Villes del Vent, urbanización que rescató de la ruina, y luego siguió en el Portitxol, la Granadella o Ambolo), se ha sacudido ahora el encasillamiento. También sabe construir villas de corte tradicional.

La promotora ha terminado un chalé de casi 900 metros cuadrados situado en la falda del Montgó. El entorno es excepcional. La parcela, de 5.500 m2, linda con una zona verde y está a un paso del parque natural. El gerente de Miralbó, Juan Manuel Pérez, admite que este proyecto exigía utilizar materiales «naturales».

La piedra extraída del propio desmonte (más de 6.000 m3) se ha utilizado para los muros de piedra en seco y los de aire ciclópeo de un inmenso jardín en el que se han plantado palmeras, dragos y olivos (destaca un esbelto olivo italiano de 1.800 años). Pese al desnivel, el jardín no tiene barreras arquitectónicas. Se puede recorrer de cabo a rabo por un camino enlosado y sin escalones.

El cliente quería una villa que, sin dejar de ser funcional y cómoda, recuperase algunas de las señas de identidad de la arquitectura tradicional de la Marina Alta. La piedra tosca, la de los riuraus, reaparece en los arcos, en una cenefa debajo de los aleros, en esquinas y enmarca las puertas y ventanas. El ladrillo, en un guiño neomudéjar (en el porche hay una fuente rectangular inspirada en el Generalife), las puerta de madera tallada (se han traído de Toledo), los arcos y también las barandillas interiores de hierro forjado refuerzan el revival clásico.

La vivienda, eso sí, está a la última en equipamientos y en domótica. Cuenta con sauna romana, spa y gimnasio.

Y dispone de una ventaja que no puede aportar ninguna tecnología. Esta ladera del Montgó, la de Xàbia, mira al sur. La orientación es un privilegio. Los inviernos son suaves y soleados. En verano, la propia montaña y las brisas mantienen el calor a raya.