El mar es implacable. La Autoridad Portuaria retiró ayer de la escollera norte del puerto de Dénia lo que ha quedado de un velero de 11 metros de eslora que, en la madrugada del viernes al sábado, se estrelló contra las rocas. El oleaje lo ha hecho pedazos. La operación fue complicada. Los operarios utilizaron un camión con un brazo-grúa articulado. Primero desmontaron el mástil. Pero luego, tuvieron que hacer varios intentos para sacar el casco, enganchado a las rocas de la escollera. Los responsables de la Autoridad Portuaria que supervisaban la operación explicaron a este diario que los dueños del barco se han esfumado. No han reclamado el velero. La Autoridad Portuaria se ha hecho cargo de retirarlo, ya que sus restos suponían un peligro para la navegación.

Los ocupantes fondearon en la noche del viernes junto al dique norte. El fuerte oleaje rompió la cadena del ancla. El velero se estrelló contra las rocas del dique y, en poco tiempo, se hundió. A bordo iba un matrimonio con dos niñas pequeñas. Salieron por los pelos. Les ayudó el vigilante nocturno del varadero Port Dénia.

El temporal siguió azotando esa madrugada la costa. De ahí que el barco acabara totalmente despanzurrado. Sus trozos flotaban en el mar y aparecían desperdigados en la escollera. Ayer todavía se podían observar los restos del naufragio. La familia escapó a toda prisa. En la escollera, se veían ayer zapatos de mujer y chalecos salvavidas.

Un buceador buscaba los puntos a los que enganchar el brazo-grúa para sacar el casco. Constató que los tripulantes habían saltado a tierra con lo puesto. Dentro había grupos electrógenos y equipos de valor.

Ante semejante desastre, los dueños no han reclamado un cascarón ya totalmente irrecuperable. No es la primera vez que un barco de recreo choca contra esta escollera. Un yate se subió hace cinco años a las piedras mientras su piloto dormía.