«Estoy bastante tranquilo ya, aunque tengo los gémelos y los brazos muy cansados», explicaba ayer Miguel Martín, un vecino de 35 años de Valencia, apenas un día después de que fuera rescatado en aguas de Benitatxell al filo de la noche tras pasar más de tres horas en el mar sin poder alcanzar la costa.

Miguel acudió el pasado sábado con su mujer a la cala Tiestos de esta localidad de la Marina Alta. Hace poco más de año y medio, según explica él, recibió su bautismo de submarinismo, y tras ciertas experiencias haciendo «snorkel» en Ibiza y la Riviera Maya, según cuenta, decidió probar en las aguas de Benitatxell.

Se adentró en el agua sobre las 18:30. Allí disfrutaba de la fauna marina del lugar, pero mientras había una realidad bajo el agua, otra se estaba cociendo por encima de ella. «Fui hacia la cueva de los Arcos y me despisté porque pensé que iba contra la corriente. Cuando me di cuenta ya me había pasado de largo y no veía la cala».

Según explica Miguel, trató de salir del agua en la zona de costa en la que se encontraba «pero no podía porque era una zona muy escarpada». Así, movido por el instinto de supervivencia, trató de volver nadando. Por el camino, además de a la corriente y el oleaje, debía enfrentarse a las medusas. «Al menos me crucé con 20, y una de ellas me la encontré en mi misma cara», relata.

Aviso de desaparición a las 20:30

Mientras tanto, en tierra firme, sobre las 20:30, su mujer, nerviosa al no verlo en el mar, avisaba a la Guardia Civil y alertaba de la desaparición de su marido. Un dispositivo del Servicio Marítimo de la Benemérita de Alicante (Semar) se personó en la zona para tratar de detectarlo.

Miguel continuaba luchando mientras se producía la puesta de sol. En ese momento llegó a ver la cala en la que inició su periplo «pero ni siquiera la reconocí porque estaba anocheciendo», cuenta. Su objetivo era llegar hasta el Moraig, el cual lograba divisar a lo largo. «En ese momento, aunque creía que era capaz de llegar, estuve una hora fantaseando con que me rescataban», recuerda.

Y sus ilusiones se convirtieron en realidad. Cuando la dificultad del salvamento iba en aumento con la oscuridad de la noche al acecho, la Guardia Civil logró encontrarlo sobre las 21:45 mediante una cámara térmica portátil cuando Miguel todavía se encontraba entre Tiestos y la cala de la Granadella, en una zona rocosa abrupta y de pendientes escarpadas.

Una vez sano y salvo, el equipo de salvamento lo trasladó al puerto de Moraira, donde se fundió en un emotivo abrazo con su mujer, que lo esperaba impaciente con el miedo en el cuerpo. «No tengo muchas ganas ahora de bucear, pero volveré a hacerlo. Eso sí, seré mucho más prudente», sentenciaba ayer Miguel.