Además de voraces y peligrosos para miles de vecinos, los incendios que han asolado desde el domingo una parte importante de los términos municipales de Xàbia y el Poble Nou de Benitatxell y de Bolulla, Callosa d'en Sarrià y Tàrbena son persistentes. No hay llama, pero el suelo quemado sigue muy caliente. Los bomberos y las brigadas forestales continúan refrescando y haciendo guardia junto a las pinadas que se han salvado para evitar más sustos.

«El riesgo sigue siendo elevado por las altas temperaturas, el viento y lo reseca que está la vegetación por este episodio de sequía», advirtió ayer la consellera de Medio Ambiente, Elena Cebrián, tras sobrevolar en helicóptero junto al director general de Emergencias, Josep Maria Ángel, las montañas de Bolulla y la Granadella de Xàbia. «Han sido dos incendios muy diferentes. Uno es forestal y el otro afectó a una interfaz urbana muy complicada», dijo la consellera.

El que se metió en las urbanizaciones y obligó a desalojar a 1.400 vecinos de Xàbia y el Poble Nou de Benitatxell quedará como modelo del peligroso coctel de día abrasador, viento, pavesas volando y miles de casas construidas sin valorar el peligro del fuego (sus setos, pérgolas y jardines, así como las parcelas con maleza de las urbanizaciones se convirtieron en fácil combustible para las llamas).

La consellera también aludió a otro incendio persistente que se desató el martes por la noche y que disparó todavía más la alarma en Xàbia. Es el incendio del vertedero de residuos verdes de Ramblars. Tras cuatro días, las llamas siguen consumiento las montañas de restos de podas. Cebrián subrayó que la conselleria ha puesto en marcha un plan para cerrar los vertederos ilegales. Todavía hay un puñado en la Comunitat. «Y algunos son más flagrantes que éste y tienen más impacto paisajístico», precisó.

En Ramblars, se clausuró hace años un vertedero de inertes. Quedó el de residuos verdes, que el ayuntamiento también debe cerrar más pronto que tarde. Hay un proyecto para construir una planta de compostaje de restos verdes.

«También debemos pensar que hay otras situaciones de riesgo como la basura que se deja en la montaña», reflexionó Cebrián.

La consellera rebajó la superficie quemada por los dos grandes incendios de Xàbia y Benitatxell y Bolulla, Tàrbena y Callosa d'en Sarrià. Apuntó que, según la estimación provisional que maneja su departamento, el primer siniestro habría arrasado 689 hectáreas y el segundo, 447. Pero aclaró que, dado que ambos siguen activos, todavía no se ha podido entrar a perimetrar ni a investigar sus causas.

«La mano del hombre está detrás», aseguró. En los últimos días, la hipótesis del pirómano, que se dio por segura en el fuego de Xàbia, se ha desinflado mucho. La Guardia Civil se inclina por atribuir el origen de este siniestro a una colilla mal apagada lanzada por algún turista desde el mirador de la Cumbre del Sol, en Benitatxell.

La consellera insistió en que la ley blinda las zonas protegidas que ahora se han quemado (el paraje de la Granadella). Tranquilizó sobre los carteles de promotoras que hay en el Saladar de Xàbia, una zona urbanizable situada junto al Arenal y que también quedó arrasada por el fuego el domingo (el lunes las llamas rebrotaron). «Puede que los carteles respondan a otros momentos en los que sí había planes que este Gobierno ha parado», dijo.