César Ponce de León cambió La Scala de Milán, el teatro operístico más famoso del mundo, por L´Escala, el coqueto restaurante que abrió en el Poble Nou de Benitatxell. Tras compartir escenario con los grandes del bel canto (María Callas, Montserrat Caballé, Giuseppe di Stéfano o Alfredo Krauss), el barítono argentino se retiró de la exigente primera línea de la ópera. Nunca, eso sí, abandonó la música. De hecho, en su restaurante se respiraba ópera. Noche sí y noche también, César se arrancaba y deleitaba a sus clientes con los pasajes más conocidos de Carmen, de Bizet (sobre todo la copla Toréador, en garde). Triunfaba a los fogones y cuando rememoraba los viejos tiempos del barítono que deslumbró en Italia. Ponce de León llegó con 25 años al conservatorio de Venecia con una beca de canto. Después triunfaría en Nápoles, Palermo, Roma, Florencia y, claro está, Milán.

César Ponce de León fue, además, un impulsor de la música en el Poble Nou de Benitatxell. En septiembre de 1985, organizó una gala lírica que presentó Isabel Tenaille en la que cantaron sopranos, tenores y barítonos. El dinero que se recaudó permitió comprar los primeros instrumentos de la banda del municipio.

Su viuda, Lola Pedreño, ha donado ahora las partituras de Ponce de León a la Escuela de Música del Poble Nou de Benitatxell. La colección incluye las óperas Aida y La Traviata, de Verdi, y un raro ejemplar de Misa Tango, que al barítono le regaló el compositor Bacalov.

«Sé que éste es el mejor lugar donde pueden estar. Quizás algún día alguien las sepa apreciar y valorar como se merecen. Sé que César estaría contento de mi decisión, dado que él siempre se implicó en fomentar la música en este municipio», explicó Pedreño tras entregar las partituras al director de la Escuela de Música, Antonio Catalá.