Salvaguardar la clausura en un cenobio abierto a feligreses y curiosos no debe ser fácil. De ahí que las monjas Agustinas Recoletas de Dénia, que viven en el monasterio de la Mare de Déu de Loreto y la Santíssima Sang, situado en la calle Loreto, que es una de las zonas más bulliciosas de la ciudad, hayan colgado en la entrada del templo un escrito en el que recuerdan que «esta casa e iglesia es un monasterio de clausura».

Las monjas detallan una serie de normas. Algunas son básicas, como la de apagar los móviles y guardar silencio al entrar en la iglesia. También fijan un horario de 10 a 13 horas para saludar a las monjas o encargar misas. Aclaran que las misas también pueden encargarse en la sacristía y que, si alguien quiere trasladar algún mensaje a las religiosas, dispone de papel y bolígrafo en una mesita y de un buzón para depositar «sus intenciones y necesidades».

Las religiosas se entregan a la oración tras la misa (entre semana es a las 9 de la mañana y los domingos a las 10). En ese momento, no quieren que se las moleste. Piden a los feligreses que tras la eucaristía no se acerquen a la reja del coro, pues es tras esta cancela donde ellas rezan.