Los cuatreros han llegado a la Marina Alta. Han robado una vaca. Una vaca azul. En la madrugada del sábado al domingo, cortaron con una cizalla las dos cadenas con las que la vaca estaba amarrada de las pezuñas. Levantaron en volandas al animal y lo subieron a una furgoneta o una camioneta.

La vaca es una escultura de mataño natural, de resina y de cien kilos de peso. Llama la atención, dado que está pintada de un azul chillón. Llevaba unos 13 años en la carretera de la costa que une Moraira y Calp, en el tramo del litoral de la Fustera de Benissa. Primero perteneció a una inmobiliaria. Y desde hace un par de años era la imagen de la Panadería Fustera, especializada en productos alemanes. La vaca le iba a las mil maravillas a este negocio. Es un símbolo de los Alpes alemanes.

«Muchas familias paraban y fotografiaban a los niños subidos en la vaca», explicó ayer el dueño de la panadería y de la escultura, Tobías Nadig. «El domingo por la tarde, cuando llegamos para prepararlo todo para abrir el lunes a primera hora, ya vimos que pasaba algo raro, que faltaba algo que siempre estaba ahí», indicó.

Los cacos le habían robado, sobre las 1.30 horas de la madrugada del domingo, una escultura aparatosa y que no pasa desapercibida. «Eso es lo que nos dice la Guardia Civil. Están seguros de que atraparán a los ladrones», indicó el propietario.

Si en alguno de los rastros de la zona aparece de pronto una vaca azul, no habrá duda. Una figura como ésta delata a cualquiera.

Tobías Nadig está convencido de que este último robo está relacionado con los cinco que ha sufrido su establecimiento desde el pasado mes de mayo. Los ladrones han asaltado su panadería y se han llevado maquinaria y herramientas valoradas en unos 35.000 euros. Y tienen muy mala idea. Le abren las cámaras frigoríficas para que se estropee el género que importa de Alemania. «El pasado 10 de octubre también nos rompieron la valla de la terraza. Y estos actos siempre ocurren en la madrugada del domingo. Esa mañana es la única de la semana que no abrimos».

El dueño de la panadería ya sospecha de que los cacos buscan arruinar su negocio. «¿Y ahora para qué quieren la vaca?», se pregunta.

La escultura se había convertido en el símbolo de esta panadería, que está en la carretera más turística de la Marina Alta. Nadig señaló que la figura está valorada en unos 1.400 euros. Ofrece una recompensa a quien le ayude a recuperarla. Su valor trasciende, desde luego, lo material. Es un atractivo turístico de primera. «Figuras como ésta sólo existen en Alemania. Es el emblema de nuestro negocio».

El propósito de los ladrones es, desde luego, un misterio. Hay cacos que son más raros que un perro verde o una vaca azul.