Xàbia es un pueblo de riesgo. La mitad de su término es inundable y la otra mitad, la de las urbanizaciones arrimadas al bosque, sufre la amenaza del fuego. Tras dos terribles incendios, el de 2014 que arrasó 444 hectáreas del Montgó y el cabo de Sant Antoni, y el del pasado mes de septiembre que devastó 697 hectáreas de la Granadella y las urbanizaciones (el fuego también devoró casas), el ayuntamiento y la Dirección General de Emergencias no quieren más sustos. Responsables de ambas administraciones se reunieron ayer en Xàbia.

Lo primero, coincidieron todos, es hacer un diagnóstico del riesgo de incendio en las urbanizaciones. La experiencia ya dicta que es enorme. Ninguna urbanización cumple los 30 metros de separación del bosque que exige el Plan de Acción Territorial y Forestal de la Comunitat Valenciana (Patfor), que se aprobó en 2013, cuando la mancha del urbanismo de chalés ya se extendía por buena parte del término municipal.

Urge, por tanto, proteger a esas urbanizaciones que se confunden con las masas forestales. Los planes de protección y evacuación, que se redactarán tras el diagnóstico, podrían estar listos para Pascua. El alcalde, José Chulvi, se mostró confiado en, como mínimo, llegar a esa fecha «con el trabajo muy adelantado».

Mientras, la próxima semana la conselleria de Medio Ambiente convocará la primera mesa de concertación tras el incendio.