Mientras Dénia y Xàbia deciden con calma (llevan años redactando sus nuevos planes generales) cómo debe ser la ciudad del futuro, el presente de los chalés de lujo se les echa encima. Ese nuevo e imparable urbanismo, que comenzó en Xàbia en plena crisis, allá por el 2012, se abre camino en todo el litoral de la Marina Alta. Ahora los chalés de lujo resurgen en urbanizaciones exclusivas en las que, por el elevado precio del metro cuadrado, hacía tiempo que no se movía una piedra.

En las últimas semanas, se han iniciado obras en una y otra ladera del cabo de Sant Antoni. El parque natural del Montgó queda por medio. También la mancha negra del incendio que en septiembre de 2014 arrasó el cabo. En la cara de Dénia, la de les Rotes, además de construirse chalés en primera línea, también hay proyectos que se suben al acantilado. Uno de ellos es el que desarrolla la inmobiliaria Be Spoiled, radicada en Xàbia, en la exclusiva urbanización de la Lloma del Castanyar. La promotora se ha hecho con una de las últimas parcelas libres. Las vistas son superlativas.

El chalé domina la torre del Gerro y el tramo litoral que llega hasta el puerto de Dénia. Unos metros más arriba, está la ruina de la urbanización del Greco, paralizada hace años por construirse dentro del parque natural del Montgó.

Mientras, al otro lado del cabo, en la urbanización también de lujo de la Cuesta de Sant Antoni de Xàbia, la inmobiliaria Villalux ha demolido uno de los chalés más elevados y que corona una arista de la montaña. Ahora se están realizando los trabajos de desmonte. La parcela es excepcional. El puerto y la bahía de Xàbia quedan allí abajo. Esta urbanización y su vecina de la Corona formaban hace años «la milla de oro» de Xàbia. La vista, la orientación y la cercanía a los núcleos urbanos dispararon el precio de las parcelas.

En ambas urbanizaciones, la construcción se ha reactivado ahora. Las promotoras se las ingenian para encontrar suelo. También les vale comprar viejos chalés para demolerlos. Una parcela en la Corona y la Cuesta de San Antonio supera de largo el millón de euros. El chalé, dado que también hay que levantar potentes y carísimos muros (es una ladera de pronunciada pendiente), se va por las nubes.