Xàbia le vio el pasado verano las orejas al lobo de la masificación turística. «No vamos a morir de éxito», dijo ayer su alcalde, José Chulvi, del PSPV, quien avanzó que la estrategia turística del municipio va a dar un giro importante. Ya no se «promocionará o venderá» Xàbia, sino que se «planificará», explicó. «No queremos cantidad, sino calidad en los servicios. A Xàbia se la conoce por su paisaje, por la protección del medio ambiente y por su turismo residencial y familiar. No vamos a perder esas señas de identidad», abundó Chulvi.

El alcalde ha trasladado al Consell Municipal de Turisme ese propósito de atajar los síntomas de masificación. El pasado verano ya se balizaron las cuevas marina del Llop Marí y de Els Òrguens. Las embaraciones y las motos acuáticas se colaban en estas frágiles grutas costeras. Ponían en peligro a los bañistas. «Fue una acción bien valorada. Debemos continuar por esa línea», sostuvo ayer el munícipe.

Las medidas para el próximo año tienen visos de ser pelín más drásticas. El ayuntamiento acudirá a expertos de la universidad para determinar la «capacidad de carga» de las calas de la Granadella y el Portitxol (la Barraca), colapsadas de coches el pasado verano. Chulvi apuntó que para la próxima temporada turística se podría restringir el acceso de vehículos privados. El transporte público (autobuses pequeños, ya que los viales son estrechos y virados) facilitaría que los bañistas bajaran a la playa sin meterse en un atasco y acabar aparcando el coche en el quinto pino.

También avanzó el alcalde que urge hacer «un uso sostenible» de la Cova Tallada. Eso supone, es evidente, limitar la entrada de senderistas. Los fines de semana del pasado verano esta gruta de la Reserva Marina del Cap de Sant Antoni parecía la Gran Vía en hora punta. Xàbia decidirá las posibles medidas junto al Ayuntamiento de Dénia y la conselleria.

El alcalde xabienc recalcó que, si los turistas encuentran «espacios saturados, se cansan y no disfrutan». Abogó por redactar un nuevo plan de playas que «regule los conflictos de usos» en el litoral. Otro problema de julio y agosto fue que las motos acuáticas se arrimaban a los acantilados y calitas, donde había bañistas.

Balizar los más de 20 kilómetros de costa de Xàbia es imposible. Pero hay playas, sobre todo la de la Grava, que podrían estarlo todo el año. Chulvi planteó, de hecho, que se convierta en una «playa de invierno». Hay vecinos que toman aquí el baño casi todos los días del año (los valientes a pelo y los más frioleros embutidos en el neopreno). El clima de Xàbia permite, como poco, tumbarse al sol y zambullirse en un libro, que es otra forma de disfrutar de la playa.