La madriguera en la que el narco Franky se escondió hasta que la policía le echó el guante en el verano de 2006 ya es de Pedreguer. El secretario de Estado de Servicios Sociales e Igualdad, Mario Garcés, y el alcalde de Pedreguer, Sergi Ferrús, firmaron ayer el convenio por el que el Estado cede esta casoplón valorado en tres millones de euros al ayuntamiento. La cesión es por quince años prorrogables cada cinco hasta los cincuenta.

El consistorio ya puede utilizar con todas las de la ley la finca de 11.000 metros cuadrados y la mansión que, por su estética de «casa forta», asemeja un búnker. En realidad, Pedreguer ya le había dado uso social. La utilizan Amadem (Asociación por la Salud Mental de la Marina Alta) y Adima (Asociación de Discapacitados de la Marina Alta); además, aquí está también la Unidad de Prevención de Adicciones.

Hace, por tanto, ya años que el búnker de Francisco Javier Martínez Sanmillán, alias Franky, quien cumple una condena de 48 años de prisión por su implicación en las tramas de narcotráfico Nécora, Temple y Tapia de Casariego, empezó a sacudirse su pasado siniestro.

El secretario de Estado subrayó ayer el carácter simbólico de que una mansión en la que se ocultó un narcotraficante se dedique ahora a fines sociales y también a rehabilitar a personas que han tenido problemas de droga. «Estos bienes decomisados deben revertir en la resocialización», dijo Garcés, que calificó de «ejemplo» que el Ayuntamiento de Pedreguer haya convertido este antiguo escondrijo de un delincuente en un espacio de «beneficio a la comunidad».

El alcalde incidió en que la finca la están utilizando Amadem y Adima y también está abierta a otros colectivos de ayuda a discapacitados como Condenados al Bordillo o el Tapis. También se han hospedado aquí los arqueólogos que han excavado la Cova del Randero.

A Franky se lo tragó la tierra cuando en 1994 la Audiencia Nacional lo condenó a 17 años de prisión por el caso Nécora. El narcotraficante nacido en León, pero que hizo carrera delictiva en Galicia, se sometió a operaciones de cirugía estética y se cambió las huellas dactilares de las manos por las de los dedos de los pies. Se construyó un búnker de lujo con piscina y árboles monumentales en Pedreguer, en una parcela rodeada de naranjos. A sus vecinos, les dijo que era piloto de aviación. La mansión de piedra tiene un aire acastillado. Los muros perimetrales también son contundentes. Saltaba a la vista que el propietario era muy celoso de su intimidad. Pero vivía a cuerpo de rey. La policía lo cazó cuando un caluroso día del verano de 2006 salía en coche de su castillo con sus dos hijos menores, sus padres y su exmujer.

En mayo de 2014, el Supremo dio vía libre a que la mansión que Franky se construyó con el dinero del narcotráfico espantara sus viejos fantasmas y se destinara a fines sociales.